BOLETÍN INFORMATIVO 2 |
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FEBRERO 2010 | Elige la lengua: ENGLISH FRANCAIS NEDERLANDS | [email protected] | ||||||
Actualiza tu perfil Asesinato de académicos Profesionales de los medios de comunicación muertos Contra la pena de muerte | ||||||||
Noam Chomsky habla sobre el libro CULTURAL CLEANSING IN IRAQ |
Estoy muy agradecido por
haber recibido un ejemplar de este importante
estudio. Incluso una ojeada al libro revela una
historia desgarradora. Puede solicitar un ejemplar de CULTURAL CLEANSING IN IRAQ aquí con un descuento del 10% (oferta no disponible para Estados Unidos, Canadá y Australia) |
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Hans von Sponeck |
¿Por qué saquearon los museos, quemaron las bibliotecas y asesinaron a los académicos? CULTURAL CLEANSING IN IRAQ ¿Cuánto puede soportar un pueblo? |
Antiguo asesor del Secretario general de Naciones Unidas, y coordinador humanitario en Iraq, Hans von Sponeck empezó a trabajar para el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas en 1968, y estuvo destinado en Gana, Turquía, Botswana, Pakistán e India, antes de ser director de la Oficina Europea de Ginebra. En su último puesto, en Iraq, sucedió, en octubre de 1998, a Denis Halliday, responsable de la coordinación de la misión humanitaria de Naciones Unidas, al cargo de casi 500 trabajadores internacionales y alrededor de 1,000 trabajadores iraquíes. Hans von Sponeck dimitió en febrero de 2000, en protesta por la política internacional respecto a Iraq que incluía las sanciones. |
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En Bagdad todo el mundo conocía a Mohammed
Hikmet Ghani. Había esculturas suyas por toda la
ciudad, que eran importantes recordatorios sobre
la riqueza de la historia y la cultura de
Mesopotamia. Iraq ha tenido momentos mucho
mejores. Con los pocos materiales que Ghani
tenía a su alcance, luchó porque su espíritu
artístico se convirtiera en forma física. Todo
lo que hizo durante esos años refleja el
sufrimiento del pueblo iraquí, obligado a vivir
bajo las sanciones y la dictadura.
Justo antes de la invasión anglo-estadounidense
y de la ocupación de 2003, terminó el primer
molde de un grupo de figuras: unas mujeres en
círculo que miraban una caja que había delante
de ellas. “Querían saber qué había en la caja,
qué destino les esperaba. Pero no tenían la
llave para abrirla”, explicó el famoso escultor.
El artista y la gente esperaban con ansiedad el
fin de los 13 años de sanciones, pero a lo que
se enfrentaron fue a la devastación y a una
carnicería de ferocidad inimaginable. Ahora
muchos han muerto y el artista vive refugiado en
Amán.
El grado de tragedia humana, consecuencia del
ataque ilegal contra Iraq en marzo de 2003 y la
subsiguiente ocupación, se ha hecho cada vez más
visible. Aún queda mucho por descubrir y aún
queda formar el tribunal de justicia para juzgar
todo el mal que se ha hecho. Entre tanto, la
caja está llena de pruebas.
Cultural Cleansing in Iraq,
un testimonio del nivel de destrucción de la
herencia cultural de Iraq y del asesinato de la
elite intelectual del país, añade un nuevo y
enorme capítulo a la historia de la posguerra de
Iraq. Con esta publicación, doce especialistas
iraquíes y no iraquíes
han hecho posible vislumbrar en más detalle los
inmensos crímenes contra la humanidad cometidos,
de los cuales es responsable, en primer lugar,
la ocupación anglo-estadounidense.
Cultural Cleansing in Iraq
señala certeramente el profundo grado de
degradación de una cultura unitaria gracias a la
ocupación y al surgimiento provocado de un
sectarismo violento que no existía antes. La
Autoridad Provisional de la Coalición (APC) tuvo
una extraordinaria determinación para poner en
marcha una limpieza institucional y estructural
en Iraq. Los autores concluyen que había planes
sistemáticos para ‘vaciar Iraq de cerebros’;
aportan hechos y muchas pruebas circunstanciales
y hablan de ‘genocidio por otros medios’ y de
‘aniquilación histórica’.
Los escuadrones de la muerte están en la calle y
los centros de detención son responsables de la
muerte de cientos de académicos, científicos y
profesionales, hombres y mujeres. El Tribunal BRussells
ha confeccionado una lista que contiene 432
nombres de académicos iraquíes y de 343
profesionales de los medios de comunicación
asesinados entre 2003 y 2009. Estos asesinatos
no fueron ni políticos ni sectarios. Quizás haya
muchas más cosas que contar al lector.
Actualmente hay muy pocas pruebas directas de la
culpabilidad estadounidense [en estas muertes de
académicos]. Sin embargo, existen pruebas de la
continua injerencia de muchos grupos no iraquíes
después de la invasión. Éstos grupos son desde
las fuerzas pro iraníes hasta los servicios
secretos de las fuerzas de ocupación de los
países vecinos y de otros países de Oriente
Próximo, incluido el Mossad, bandas criminales y
otras bandas.
La utilización de lugares históricos como
Babilonia, Ur y Samarra con fines militares y la
negativa a proteger lugares históricos,
que son el orgullo nacional y la memoria
histórica, como el Museo de Antigüedades y la
Biblioteca Nacional de la capital, al mismo
tiempo que garantizaban la seguridad en los
ministerios del Petróleo y del Interior, da a
los autores la prueba de que las fuerzas de
ocupación ignoraron, sin duda alguna, las
responsabilidades que impone la legalidad
internacional.
La consecución de una sociedad libre y
democrática nunca fue el objetivo del ataque,
afirman. También rechazan la idea de que el
asesinato de cerebros y la destrucción de la
herencia cultural de Iraq se puedan explicar por
la ingenuidad o la incompetencia de las
autoridades civiles estadounidenses: lo que
sucedió no constituye una serie de desgracias
impredecibles. Los robos y los asesinatos
ocurrieron ante los ojos de los soldados
ocupantes y el mundo estaba al corriente. Las
horripilantes fotos de la cárcel de Abú Graib,
en las inmediaciones de Faluya, otra ciudad en
la que se produjo una carnicería, han quedado
indelebles en las mentes de las víctimas y de
los telespectadores de todo el globo. La excusa
de daños colaterales no se sostiene. Además,
señalan los autores, existe una cultura de
impunidad cuando se trata de pérdidas iraquíes,
de vidas o de sus tesoros nacionales. Los
autores también consideran malicioso culpar del
daño del pillaje de las piezas de arte a los
iraquíes, desesperados por la situación, en
lugar de hacerlo a las fuerzas de ocupación. Ninguno de los autores afirma que la responsabilidad, directa o indirecta, sea únicamente de los invasores. Señalan que la limpieza cultural e intelectual y la destrucción del tejido social de la nación es el resultado de una guerra ilegal y eso no se puede dejar de lado. Los responsables de los hechos seguro que no estarán de acuerdo, pero tienen pocas posibilidades de lograr el éxito. El libro es una impactante introducción a la limpieza cultural de Iraq, lo que algunos prefieren denominar ‘genocidio cultural’. Los autores manifiestan que su trabajo debe continuarse, realizando con más investigaciones en aras de la historia, del conocimiento del público y de la exigencia penal de responsabilidad a los culpables.
Hans-C. von Sponeck * Cultural Cleansing in Iraq, Why Museums were Looted, Libraries burned and Academics murdered, Edited by R.W. Baker, Shereen T. Ismael and Tareq Ismael, Pluto Press, London, 2010 |
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Denis Halliday |
Si eres un ciudadano estadounidense o británico
consciente de las obligaciones de la democracia,
que quieres creer que la moralidad
judeo-cristiana jugó un papel en la decisión de
tu gobierno de invadir y ocupar Iraq para
imponer la ‘democracia y la libertad’, no leas
este libro. Si lo haces quedarás aplastado por
sus revelaciones sobre la deliberada destrucción
de un Estado y la política de limpieza cultural,
por su responsabilidad en esta calamidad humana
y nacional, y por las gigantescas reparaciones
que son necesarias ahora y en los próximos
cinuenta años, a pesar de la prácticamente
imposible reparación de lo que se ha hecho, para
valorar las consecuencias del genocidio. |
Denis J. Halliday
fue coordinador humanitario de Naciones Unidas
en Iraq (1997-1998). Halliday desarrolló la
mayor parte de su larga carrera en Naciones
Unidas en puestos relacionados con el desarrollo
económico y la asistencia humanitaria, tanto en
Estados Unidos (Nueva York) como
en otros países, especialmente del
Sudeste asiático. En 2000, Denis Halliday fue
nominado para el Premio Nobel de la Paz junto a
Kathy Kelly, de Voices in the Wilderness, por su
campaña contra las sanciones a Iraq. |
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Incómodo como es,
Cultural
Cleansing in Iraq obliga al lector
occidental a enfrentarse con lo impensable, es
decir, con la existencia de la política
estadounidense para terminar, para acabar, con
la Organización de las Naciones Unidas
establecida por los Estados soberanos. En el
caso de Iraq, esta política requiere el
terrorismo militar estadounidense, la
destrucción de la infraestructura y la masacre
humana para generar docilidad. Docilidad de la
intelligentsia, centrada en sustentar una
sociedad compleja y una cultura intricada y
fuera del tiempo, ambas esenciales para que los
varios pueblos de Iraq reconozcan su identidad
única y obtengan el sentido de nación. El libro
demuestra esa destrucción y la permisividad para
asesinar a los académicos y científicos y a los
ciudadanos que se consideran esenciales para la
viabilidad de un Estado.
Es una lectura terrorífica sobre el horror de
una catástrofe provocada por un imperio
anglosajón aparentemente inconsciente de esta
pérdida, por la ambición israelí de dominar y
controlar su presencia en toda la región y por
un imperio estadounidense,
sediento
de petróleo y deseoso de una posición
geoestratégica, que siembra la muerte, las
decapitaciones y destruye la antigua riqueza de
Mesopotamia, para lo que la mayoría del mundo
busca una explicación. El modelo de acabar con ciertos Estados, creado en Washington y exportado a Londres y Tel Aviv, y que otros dirigentes políticos consideran aceptable, debería ser visto con miedo por otros países potencialmente “indeseables”. Al igual que Iraq estaba en la lista de Washington para ser destruido antes de los ataques del 11 de septiembre, que los Estados inconformistas supliquen hoy una respuesta, ¿es lo que se necesita para que sean aplastados? |
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Samir
Amin |
Los
testimonios reunidos en esta obra son de la
máxima importancia. Los hechos, las violaciones
de las convenciones internacionales, de los
derechos humanos y los de los pueblos y naciones
son indiscutibles. La responsabilidad de la
Autoridad de la Ocupación de Iraq y sus agentes
locales es incontestable.
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Nacido en Egipto y formado en París, Samir Amin es uno de los pensadores más conocidos de esta generación, tanto en el campo teórico como en el de la crítica así como en la crítica de las Ciencias Sociales. Ha dedicado la mayor parte de su trabajo al estudio de las relaciones entre los países desarrollados y los subdesarrollados. Promotor del desarrollo de la confianza consciente de los países desarrollados ha escrito extensamente sobre economía y asuntos internacionales. |
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Se trata de llevar a cabo, de forma sistemática
y organizada, una estrategia política cuyo
objetivo es la destrucción del pueblo y de la
nación de Iraq. Esto no es nuevo.
Robert Mac Nanamara (nombrado acto seguido
presidente del Banco Mundial) ¿no le nombraron
para «devolver a Vietnam a la edad de
piedra?» ¿Y el uso del agente naranja, arma
química en principio prohibida, no fue uno de
los medios? El adversario en Iraq no era Saddam
Hussein (las armas químicas se las entregó
Estados Unidos cuando se produjo la guerra
contra Irán, que servía a los intereses de
Washington), sino la nación iraquí. ¿Quién
quiere destruir Iraq y por qué?
El imperialismo es el nombre del enemigo. No se
trata de la «deriva» de una estrategia política
de gran poder. Esta «deriva» es el medio —el
único y último recurso— indispensable para
permitir a los oligarcas del capitalismo que
dominan en Estados Unidos y también en Europa y
Japón (sus aliados) obtener su renta
imperialista, la que implica que el acceso a los
recursos naturales del planeta queda reservada a
las sociedades del mundo (haciendo con este
hecho que los «pueblos elegidos» tengan más
derecho a vivir sobre la Tierra que el resto de
los pueblos). Y esto exige la destrucción
sistemática de la capacidad de resistencia de
todos los pueblos de Asia, África y América
Latina (una «minoría» que reúne al 80 por ciento
de la población del planeta).
El imperialismo siembre se ha nutrido del odio
feroz de todos los regímenes que se han negado a
la sumisión. Que esto sea en nombre del
socialismo (URSS, China, Vietnam, Cuba) o
simplemente en nombre de la independencia
nacional (Nasser y otros) no cambia nada. El
discurso que a este efecto mueven las potencias
imperialistas debe enmascarar su verdadero
objetivo tras la cortina de humo de su retórica
relativa a la «democracia». Por tanto,
reprocharán a Saddam Hussein haber masacrado a
sus oponentes (lo que es cierto), a Robert
Mugabe el ser un «viejo autócrata» (lo que es
igualmente plausible), pero nunca se dirá que el
verdadero crimen que se reprocha al primero es
el de haber implicado a Iraq en una
modernización industrial y científica que se
consideró peligrosa, y al segundo haber
acometido la indispensable reforma agraria.
¿Combate del occidente civilizado para la
exportación de la democracia (el deber de la
intervención)? Ah, ¿sí? El crimen cometido por
Pinochet el 11 de septiembre de 1972 no sólo ha
sido «excusado» sino que su autor ha sido
incluso felicitado por Henry Kissinger.
La retórica de la «guerra de las culturas» es la
cortina de humo tras la que se esconden las
fuerzas militares de intervención contra las
naciones del Sur. Se alimenta con la aparición
de la islamofobia. Pero también se alimenta hoy
del discurso sobre el «nuevo peligro amarillo»
promovido por aquellos a quienes inquieta el
despertar de China. No, el ejemplo de Iraq,
magníficamente ilustrado por los testimonios
reunidos en esta obra, indica otra conclusión:
que la verdadera «guerra de las culturas» en
marcha se enfrenta, por una parte a la «cultura»
del capitalismo de las oligarquías
imperialistas, el enemigo de la humanidad y, por
otra, a la del humanismo, respetuoso con los
derechos de igualdad de todos los pueblos. El
conflicto Norte/Sur, ilustrado por la ocupación
militar de Iraq, y el conflicto que se opone a
la barbarie inherente a la dominación
imperialista del proyecto de «otro mundo mejor»
son indisociables. La intervención en los asuntos internos de los países del Sur, que ha llevado a la intervención militar —sean cual sean los pretextos— no servirá jamás a otros objetivos que los de la defensa de la renta imperialista impuesta; no se pueden poner el disfraz de la «guerra justa». La intervención criminal de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de sus aliados europeos subalternos de la Otan en Iraq —o en cualquier otra parte— no tiene otro objetivo que la destrucción de las naciones y los pueblos implicados y ha de ser condenada sin reserva. Iraq no fue atacado porque poseyera armas de destrucción masiva, sino porque no las poseía. Hay que aprender la lección. Los países del Sur tienen el deber de desarrollar las capacidades militares necesarias para provocar la huída del poder militar del planeta en manos de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de sus aliados subalternos de la Otan. |
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François Houtart |
El libro CULTURAL CLEANSING IN IRAQ es una presentación impresionante y muy documentada de lo que ha sido, según sus autores, la política planificada de Estados Unidos en Iraq. En realidad, la invasión de Iraq tuvo, probablemente, una dimensión económica. El hecho de que la dependencia de Estados Unidos respecto al petroleo aumente año tras año, hasta un nivel probable de el 100 por 100 en pocos años, hace que el país intente controlar el mayor número de fuentes posibles de energía fosil en el mundo. Iraq, al ser una de las regiones más productivas, con un petroleo de gran calidad y de facil explotar, ha sido siempre un objetivo natural. |
Professor Emeritus François Houtart, de nacionalidad belga y catedrático emérito de Universidad, participó en el Tribunal Bertrand Russell por Crímenes de Guerra de Estados Unidos en Vietnam en 1967. Ex asesor Miguel d’Escoto Brockmann, ex presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, fue Premio Madanjeet Singh 2009, que entrega la UNESCO, por el fomento de la tolerancia y la no violencia. |
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No obstante hay otro punto de vista que se
desarrolla en este libro: la destrucción del
Estado y de los elementos culturales esenciales
de la nación iraquí. Esto está relacionado con
el aspecto imperial de la política
estadounidense y los autores nos recuerdan lo
que ocurrió en Yugoslavia y en Centroamérica.
Con el fin de dominar la región, es necesario
destruir cualquier Estado estable y si es
necesario desmantelarlo. Además, una política
clásica de los poderes coloniales o
neocoloniales es dividir la sociedad y aumentar
los conflictos internos, una manera de debilitar
la noción de Estado.
El hecho de que el gobierno de Buch fuera
ideológicamente neoconservador añadió otra
dimensión a la invasión de Iraq. Establecer un
«bondadoso imperio» en todo el mundo, como
cumplimiento de la misión «divina» de Estados
Unidos para imponer su forma de ver la
democracia y reforzar un mercado económico, fue
la base del proyecto político. Barack Obama ha
abandonado el aspecto mesiánico de tal política,
pero aparentemente ninguno de los otros
aspectos.
Durante el periodo Bush, también hubo una
política cultural claramente definida. La
destrucción del patrimonio arqueológico, el
asesinato o expulsión de miles de intelectuales,
son hechos que se pueden relacionar con el deseo
de destruir la memoria histórica de un pueblo.
Este es un aspecto de la guerra de Iraq que no
se conoce muy bien.
Varios capítulos del libro ilustran esta
situación: una comparación con las políticas
estadounidenses similares en otras partes del
mundo, la destrucción o el saqueo de riquezas
arqueológicas, el sistemático asesinato de
intelectuales, la huida de cerebros, el
ensalzamiento de las minorías opositoras, la
constitución de una sociedad civil artificial… |
Howard Zinn, autor de La Otra Historia de Estados Unidos, murió en California el 27 de enero de 2010. Howard Zinn era miembro del Comité Asesor del Tribunal BRussells y nos sentimos muy orgullosos de haber contado con su presencia entre nosotros. Se preocupaba por la gente, por la humanidad; se preocupaba por el futuro de este mundo que se desangra con la guerra. Lo echaremos de menos; las personas que sufren las bombas de Estados Unidos lo echarán de menos. Presentamos nuestro más sincere pésame a su familia y amigos. Hasta siempre, Howard. |
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Abdul Ilah Albayaty |
ALBAYATY'S COMMENT
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Abdul Ilah Albayaty - analista político iraquí reside en Francia desde 1975. Inició su actividad política hace más de 50 años y fue miembro prominente entre los que constituyeron el Partido iraquí del Baaz. Su postura siempre ha sido la de que se debe apoyar a cualquier fuerza o régimen que esté contra el imperialismo y el sionismo aunque se ha de mantener la independencia de esa fuerza para proteger a las masas para que por sí mismas obtengan la independencia, la democracia, la unidad árabe y el socialismo. Mantiene su independencia desde 1962. Sus artículos y análisis sobre Iraq y la situación del mundo árabe han reflejado ampliamente e informado sobre el renacimiento de una resistencia popular árabe. Abdul Ilah Albayaty es miembro del comité ejecutivo del Tribunal BRussells. |
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Desde el inicio de la ocupación hasta ahora, los
expertos y consejeros estadounidenses se están
riendo de los políticos, dibujando la democracia
como una mera serie de fingidas elecciones. La
democracia es un sistema político basado en la
teórica y efectiva igualdad entre los
ciudadanos, hombres y mujeres, sin
discriminación por razón de raza, religión,
ideas políticas, creencias y en cualquier otro
aspecto, incluido la igualdad de sus ciudadanos
en las elecciones. Cualquier violación de esta
igualdad, por ley o por costumbre, pública o
privada, bienintencionada o malintencionada,
hace que el sistema no sea democrático. Y si
esta igualdad no se ha conseguido, las
elecciones se convierten en una charada que
quienes nos gobiernan hacen para ellos mismos.
Esto es lo que ha sucedido con la ley electoral
votada en el denominado «nuevo parlamento
iraquí».
Ya no es un secreto para nadie que el movimiento
antiocupación es la primera fuerza política en
Iraq. Incluso Estados Unidos y los países
vecinos de Iraq han reconocido este hecho. Tras
seis años de carnicería, detenciones masivas,
propaganda, desinformación y mentiras la
persistencia la posición de esas fuerzas en
defensa del pueblo de Iraq, su libertad y su
soberanía, aportan una clave para el futuro que
no se puede ignorar. De hecho, varios factores
han ayudado a que esto se consiga. En primer
lugar, los logros de anterior gobierno nacional
iraquí frente al fracaso del gobierno de la
ocupación. Segundo, el movimiento de renovación
nacional. El shock sufrido por Iraq no puede
sino provocar el surgimiento de un nuevo
levantamiento nacional en los partidos y entre
las nuevas generaciones. Tercero, la creciente
aproximación entre las corrientes patrióticas,
nacionales, islámicas y de izquierdas. Cuarto,
el hundimiento económico y militar de Estados
Unidos y, para terminar, la no aceptación de la
mayoría de los países vecinos de lo que sucede
en Iraq.
El hecho de que el movimiento antiocupación es
el poder del futuro de Iraq, ya sea mediante la
acción armada, política o civil, ha provocado el
pánico a la ocupación y sus aliados. Sólo pueden
ganar batallas durante dos días o dos semanas,
pero después surgirá la cuestión esencial: el
enfrentamiento de la resistencia y el movimiento
antiocupación con la ocupación, que es la
batalla principal y decisiva. Las próximas
elecciones no son más que un episodio en esta
batalla. El movimiento antiocupación no puede
participar en estas elecciones ni presentar
candidatos. A pesar de ello, claramente tiene
una fuerte presencia en el ámbito político de
Iraq. No puede participar porque sabe que
Estados Unidos es quien decide el resultado de
las elecciones en función de sus propios planes
e intereses, al igual que decide las leyes y
normas y controla los asuntos iraquíes del mismo
modo que controla al ejército y la policía del
Iraq ocupado. Cualquier otra pretensión distinta
de estos hechos es una mentira.
Albayaty Abdul Ilah |
EL TRIBUNAL BRUSSELLS
ES INDEPENDIENTE Y QUIERE SEGUIR SIÉNDOLO
Si lo desea, puede apoyar al
Tribunal Brussells.
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está formado enteramente por voluntarios,
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NOTICIAS DE ACTUALIDAD
Asimismo, en la carta se hace referencia al caso de las 19.000 familias de Nayaf a las que han aplicado un castigo colectivo privándolas así de sus derechos. Estas familias han sido obligadas a abandonar sus casas y su ciudad únicamente por el hecho de ser sospechosas de estar en contra del gobierno local. Este hecho nos recuerda los asesinatos sectarios que han generado cinco millones de refugiados y desplazados. El objetivo son las clases medias profesionales. Esta es la liberación y la democracia que Estados Unidos ha traído a Iraq. ¡Espantoso!
Albayaty Abdul Ilah |
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¿POR QUÉ |
¿Por qué el Comité Ad Hoc de Desbaathification querrá desbaratar el proceso democrático en Iraq? | |||||||
Habiendo apoyado y participado junto con
otros en la reanimación de la eficacia de los
tribunales populares como respuesta moral a la
guerra imperialista, entramos en – y animamos a
que otros se dirijan hacia – la acción legal y
jurídica. ¿Por qué?
1. El hecho de responsabilizar a EE. UU.
y Reino Unido por los crímenes cometidos en Irak
no constituye el único factor pero sí podría ser
un factor clave en poner fin a una parte crítica
de su estrategia: la matanza de iraquíes.
Mientras los medios occidentales de difusión
masiva siguen cuestionando la manifiesta
ilegalidad de la guerra, no se puede prever
ningún cambio radical en la política de EE. UU.
y Reino Unido.
2. Ningún cambio de política, ni de
figuras políticas, nos libra de la obligación
moral de proporcionar reparaciones a las
víctimas iraquíes y de establecer la
responsabilidad de los crímenes masivos
cometidos a lo largo de los últimos 19 años
contra el pueblo iraquí. Mientras solo se pueda
asegurar un cambio una vez se establezca la
responsabilidad, y cuando cumplamos nuestras
responsabilidades morales y restablezcamos las
fundaciones de la humanidad global, el
sufrimiento del pueblo iraquí no terminará hasta
que los crímenes cometidos contra ellos hayan
cesado, y hasta que sean reconocidos como
crímenes.
3. La duplicidad del sistema
internacional de derechos humanos, y la
debilidad del derecho internacional, no deberían
frenar la acción legal. Nadie en el mundo puede
permitirse que la violencia sistemática y la
destrucción impuesta sobre Irak se conviertan en
un precedente para el siglo 21 mediante la
inacción del derecho.
Irak: 19 años de destrucción premeditada
El imperialismo militar, económico, político y
cultural de EE. UU. y Reino Unido en Irak es una
atrocidad contra Irak, el pueblo iraquí, y el
mundo entero. La destrucción premeditada o el
genocidio de Irak como Estado y como nación se
lleva produciendo desde hace 19 años. Se
inició con la imposición de un régimen de
draconianas sanciones, nunca antes planeado, que
llevó a un millón y medio de iraquíes a la
muerte, incluyendo medio millón de niños. Frente
a las aplastantes pruebas del catastrófico
impacto humano y las crecientes condenas
internacionales, este régimen de sanciones se
mantuvo, gracias a la presión de los sucesivos
gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido,
durante 13 años.
La destrucción de Irak implicó la destrucción
premeditada de los sistemas de canalización y
acopio de agua, a pesar de las advertencias
sobre unas inevitables consecuencias y la
manifiesta ilegalidad que supone el ataque a las
instalaciones relativas a la salud de una
población civil. A Irak se le prohibió
reconstruir incluso la infraestructura civil más
básica y esta infraestructura sigue destruida
después de seis años de ocupación
estadounidense.
La destrucción de Irak también ha implicado el
arrojo, desde 1990, de miles de toneladas de
uranio empobrecido sobre Irak, provocando en
algunas zonas a un incremento del 600 por cien
de casos de cáncer y leucemia. Los más afectados
han sido los niños.
La destrucción de Irak incluyó 42 días de
bombardeo desproporcionado durante la primera
Guerra del Golfo, durante la cual se destruyeron
de manera sistemática los edificios civiles del
gobierno. En 2003, una vez asegurado el
desarmamiento de Irak, EE. UU. y Reino Unido
lanzaron la operación “Conmoción y Pavor”, una
campaña aérea que abiertamente amenazaba con la
“destrucción total”. En las dos instancias, la
guerra, que no distinguió entre objetivos
militares y civiles, destruyó escuelas,
hospitales, mezquitas, iglesias, refugios,
zonas de viviendas, lugares históricos…
La destrucción de Irak implicó promover,
financiar y organizar grupos sectarios y étnicos
para dividir Irak en tres o más entidades
sectarias o étnicas, apoyados por milicias
armadas que aterrorizarían al pueblo de Irak,
obligando a los iraquíes a buscar protección
bajo el abrazo de su identidad secundaria,
sectaria o étnica, o huyendo del país. Desde
2003, más de 4,7 millones de iraquíes —un quinto
de la población— se han visto obligados a
desplazarse.
La destrucción de Irak supuso el
desmantelamiento premeditado del Estado al
convertir en objetivo militar las instituciones
estatales y al negarse a detener o prevenir
Estados Unidos y Reino Unido – o mediante la
instigación de – el saqueo masivo, en contra de
libertades y derechos protegidos, además de su
implicación en las persecuciones por razón de
ideología y de llevar a cabo cacerías humanas y
asesinatos extrajudiciales contra baazistas, la
clase media profesional del aparato del Estado,
las minorías lingüísticas y religiosas y los
árabes suníes, con el resultado de un colapso
absoluto de los servicios públicos y de otros
servicios financieros, abriendo la puerta al
conflicto civil y a la corrupción.
La destrucción de Irak supuso una amplia campaña
de urbicidio, la destrucción de ciudades y
pueblos, y la utilización del terror para
obligar a los iraquíes a aceptar el dictado de
las fuerzas beligerantes de la ocupación.
Aliados con el fomento de las milicias
sectarias y las fuerzas políticas sectarias, la
coalición del terror en Irak ha llevado, desde
2003 y según estimaciones fiables, a la muerte
violenta de más de un millón de iraquíes.
La destrucción de Irak también ha implicado la
remodelación y el diseño —contrario al derecho
internacional humanitario – de todo el sistema
político iraquí en un intento por entregar Irak
a los designios estratégicos de Estados Unidos y
Reino Unido. Junto a este intento de dividir
Irak y de establecer mediante la fuerza militar
un gobierno pro ocupación iraquí y su sistema
político, los gobiernos de Estados Unidos y
Reino Unido han promovido y se han implicado en
el saqueo masivo de los recursos iraquíes,
intentado privatizar la propiedad y los medios
de producción de la riqueza de la nación iraquí.
Destruir Irak también ha supuesto la destrucción
del patrimonio único de Irak, cultural e
histórico y de los lugares arqueológicos, con la
destrucción de sus monumentos, museos,
bibliotecas y lugares que son patrimonio de la
humanidad, lo que ha originado el partidismo y
la corrupción en sustitución del avanzado
sistema educativo que tenía Irak. Mediante el
control de los medios de comunicación iraquíes y
el fomento de fuerzas políticas sectarias y
violentas, los gobiernos de Estados Unidos y
Reino Unido se presentaron ante los iraquíes
dándoles a elegir entre aceptar a un poder
beligerante extranjero o someterse a una
esclavitud más propia de la era preindustrial,
encarnada por sus representantes locales.
Acción jurídica y responsabilidad moral global
Estas líneas no hacen más que resumir al máximo
los horrores que Irak ha sufrido, sustentados en
mentiras que nadie cree, salvo los gobiernos
intimidados y los magnates de los medios de
comunicación cómplices. Sucesivos gobiernos
estadounidenses y británicos instigaron,
apoyaron, permitieron, racionalizaron,
ejecutaron y/o perpetuaron o justificaron la
destrucción de Irak, basándose en mentiras y
estrechos intereses estratégicos y económicos,
contra la voluntad de sus propios pueblos.
Cada jefe de gobierno actual y pasado de EE. UU.
y Reino Unido – desde Bush senior hasta Obama, y
desde Thatcher hasta Brown – ha jugado un papel
central, junto con sus subordinados, en el
genocidio de Irak. El patrón acumulado de
consecuencias, el conocimiento previo, la falsa
propaganda, la manipulación y las manifiestas
mentiras, seguidos por acciones de destrucción
sistemática a todos los niveles, con el previo
conocimiento y la aprobación, prueba claramente
que nos encontramos ante un genocidio.
En 2003, millones de personas en el mundo entero
se movilizaron contra la guerra de Irak. Al
seguir adelante, Estados Unidos y Reino Unidos
emprendieron una ilegal guerra de agresión: si
permitimos que los responsables de la
destrucción premeditada de Irak se libren de
rendir cuentas, tales acciones podrían verse
repetidas en otros lugares sin que la opinión
pública global se escuche. Para ayudar a
restablecer los derechos humanos en todo el
mundo, es crítico que se inicie la acción
jurídica contra aquellos quienes tan
intencionadamente ignoraron la opinión pública y
condujeron a sus países hacia una guerra que
borró más de un millón de vidas.
Sin duda, nos encontramos ante actos inmorales e
ilegales, contrarios a los fundamentos de
soberanía de Estado, de paz y de seguridad,
sobre cuales se basa el orden internacional, y
contrarios a siglos de lucha política contra la
opresión. Mientras el sistema judicial
internacional oficial cierra sus puertas al
sufrimiento de aquellos convertidos en objetivos
del imperialismo, podemos abrir un canal
mediante la acción jurídica desde la base, que
permita que la conciencia de la humanidad
exprese su solidaridad con la justicia para las
víctimas de crímenes imperialistas.
En realidad, el plan anglo-americano ha
fracasado. Frente a tal aplastante violencia, la
nación iraquí todavía resiste. Nuestra acción
judicial y nuestro llamamiento a nuevas
iniciativas legales apoyan el derecho a resistir
del pueblo iraquí. Además dejan constancia de
que la violenta agresión de la ocupación, junto
con sus mentiras, es insostenible.
Al presentar un reto
judicial contra la impunidad, nuestra acción
judicial se manifiesta en defensa de la
humanidad. La defensa del pueblo iraquí es la
defensa de la justicia, la dignidad y la
libertad para todos.
Realmente, la pregunta a plantearse no es en
torno a por qué la acción jurídica, sino más
bien cómo y cuándo.
Comité Ad Hoc por
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