BOLETÍN
INFORMATIVO 7
SÓLO LOS IRAQUÍES PUEDE RECONSTRUIR
IRAQ, pero ¡TÚ
puedes ayudarlos! Noviembre 2010 elige tu idioma: FRANCAIS NEDERLANDS ENGLISH ARABIC |
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Seminario Internacional sobre la situación de los ACADÉMICOS IRAQUÍES
Defender la educación en tiempos de guerra y ocupación |
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Seminario.
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CONTENIDO DEL BOLETÍN MÁS ALLÁ DE LAS “REVELACIONES” DE WIKILEAKS - Dirk Adriaensens, conferenciante del Seminario OBJETIVOS DEL SEMINARIO INTERNACIONAL FUGA DE CEREBROS EN IRAQ - Basim Al-Janabi, conferenciante del Seminario
CARTA A BLAIR.
- Hans von Sponeck, conferenciante del Seminario
EL FINAL DEL ESTADO.
- Raymond Baker, conferenciante del
Seminario
COMITÉ CIENTÍFICO SEMINARIO DE GANTE
CEOSI: RAZONES PARA APOYAR ESTE SEMINARIO
ORGANIZADORES Y COORGANIZADORES DEL SEMINARIO
PRIMEROS APOYOS Y COLABORADORES DEL
SEMINARIO |
EL TRIBUNAL BRUSSELLSS es una red internacional de intelectuales, artistas y activistas que denuncian la lógica de guerra permanente promovida por el gobierno estadounidense y sus aliados, lo que afecta al futuro de una región concreta: Oriente Próximo. El Tribunal BRussells se inició con un tribunal popular contra el Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense y su papel en la invasión ilegal contra Iraq, y desde entonces ha continuado con su labor. El Tribunal BRussells pretende ser un puente entre la resistencia intelectual en el mundo árabe y los movimientos pacifistas de Occidente. |
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El 5 de noviembre de 2010, con motivo de la novena Sesión del Control Periódico Universal (UPR en sus siglas en inglés), el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra analizó los datos sobre Derechos Humanos. A continuación reproducimos la conferencia que pronunció Dirk Adriaensens el tres de noviembre en la Sesión especial informativa sobre violaciones extraterritoriales de los Derechos Humanos cometidas por Estados Unidos. |
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MÁS ALLÁ DE LAS
"REVELACIONES" DE WIKILEAKS
Desmantelar
el Estado iraquí
Apenas unos días después de los devastadores ataques del 11S, Paul
Wolfowitz, viceministro de Defensa declaró que el punto central de la
política estadounidense debería ser «acabar con los Estados que apoyan
el terrorismo». Iraq fue calificado de “Estado terrorista” y así lo
señaló para aniquilarlo. A continuación, el presidente Bush declaró que
Iraq era la cabeza visible de la guerra global contra el terrorismo y
las fuerzas estadounidenses lo invadieron ilegalmente, con el objetivo
expreso de desmantelar el Estado iraquí.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el eje central de las Ciencias Sociales
giraba alrededor de la construcción de los Estados y el modelo de
desarrollo. Muy poco se ha escrito sobre el Estado de destrucción y de
no-desarrollo. Ahora, tras siete años de guerra y ocupación de Iraq,
podemos asegurar que el fin del Estado fue una política objetiva y
deliberada.
Las consecuencias, en términos culturales y humanos, de la destrucción
del Estado de Iraq han sido enormes, en especial y sobremanera la muerte
de aproximadamente un millón trescientos mil civiles; la degradación de
las infraestructuras sociales, lo que incluye la electricidad, el agua
potable y los sistemas de alcantarillado; alrededor de ocho millones de
iraquíes necesitan ayuda humanitaria; el informe de Naciones Unidas
sobre pobreza extrema del primer cuatrimestre de 2007 constató que el
54% de los iraquíes vivía con menos de un dólar al día; hay un mínimo de
dos millones y medio de refugiados en el extranjero y de 2.764.000
desplazados en el interior, según datos de 2009, lo que supone que uno
de cada seis iraquíes está desplazado. Las minorías étnicas y religiosas
están al borde de la extinción. HABITAT, una de las agencias de Naciones
Unidas publicó recientemente un informe de 218 páginas titulado “La
situación de las ciudades del mundo 2010-2011”, en cuyas estadísticas
hay un hecho que resulta chocante sobre las poblaciones urbanas
iraquíes. Durante las pasadas décadas, antes de la invasión
estadounidense de Iraq en 2003, el porcentaje de la población urbana que
vivía en suburbios en Iraq estaba por debajo del 20 por ciento. Hoy el
porcentaje se ha incrementado hasta el 53 por ciento, lo que supone una
cifra de 11 de los 19 millones de personas que componen la población
urbana.
La destrucción de la educación iraquí
El informe de la UNESCO “La Educación bajo ataque 2010 –Iraq”, fechado
el 10 de febrero, concluye que «A pesar de que la seguridad en general
ha mejorado, la situación a la que se enfrentaron los escolares,
estudiantes, profesores y académicos, sigue siendo peligrosa». El 27 de
abril de 2005 el director del Instituto Internacional de Liderazgo de la
Universidad de Naciones Unidas publicó un informe en el que se detallaba
que desde el inicio de la guerra de 2003 el 84% de las instituciones de
Educación Superior iraquíes habían ardido, habían sido saqueadas o
destruidas. La violencia ha destruido los edificios escolares y cerca de
una cuarta parte de las escuelas primarias necesitan una gran
rehabilitación. Desde marzo de 2003, se han bombardeado más de 700
colegios de primaria, 200 han resultado incendiados y, alrededor de 3000
fueron desvalijados. Según el Ministerio de Educación iraquí, el número
de profesores ha descendido un 80%; entre marzo de 2003 y octubre de
2008 se informó de 31.598 ataques violentos contra instituciones
educativas en Iraq; desde 2007 los bombardeos contra la Universidad de
al-Munstansiriya de Bagdad han asesinado o mutilado a más de 335
estudiantes y miembros del personal de la Universidad —según un artículo
publicado el 19 de octubre en el
New York Times— y destruyó el muro de más de tres metros y medio de
altura que rodeaba el campus. Sólo en el distrito de Diyala, la fuerza
multinacional, el ejército iraquí y unidades de la policía ocuparon más
de 70 edificios escolares para fines militares, lo que viola las
Convenciones de la Haya. El informe de la UNESCO es muy claro:
«Los ataques premeditados contra la educación continuaron a lo largo de
todo el año 2007 y en 2008 a menor escala, pero que hubiera causado una
tremenda preocupación en cualquier otro país.» ¿Por qué no causó una
grave preocupación cuando ocurrió en Iraq? Los ataques están aumentando
de nuevo, como demuestran las estadísticas:
Eliminar a la clase media iraquí
En paralelo con la destrucción de la infraestructura del sistema
educativo de Iraq, se produjo el desplazamiento forzoso —consecuencia de
la represión— del núcleo de la clase media profesional iraquí, la
principal maquinaria del progreso y del desarrollo de los Estados
modernos. La clase técnica e intelectual de Iraq ha estado sujeta a una
sistemática y constante campaña de intimidaciones, secuestros,
extorsiones y asesinatos, tanto premeditados como aleatorios. El diezmo
en las filas de los profesionales se produjo en el contexto de un asalto
generalizado contra la clase media profesional de Iraq (médicos,
ingenieros, abogados, jueces así como dirigentes políticos y
religiosos). Se calcula que a finales de 2006, aproximadamente el 40 por
ciento de la clase media iraquí había abandonado el país. Veinte mil de
los treinta y cuatro mil médicos colegiados abandonaron Iraq después de
la invasión anglo-estadounidense. Muy pocos han regresado: en abril de
2009 apenas dos mil iraquíes habían regresado, el mismo número de los
que fueron asesinados durante el curso de la guerra.
Para esa fecha, las autoridades de la ocupación no habían iniciado
ninguna investigación sistemática sobre este fenómeno. Es más, en
relación con los ataques contra los intelectuales,
no se conoce que se haya producido ni una sola detención. La
tendencia a considerar los asaltos sistemáticos contra los profesionales
iraquíes como algo sin importancia entra dentro de la lógica de los
poderes de la ocupación, cuyo papel es la decapitación de la sociedad
iraquí.
Destruir la cultura iraquí y borrar su
memoria colectiva
Todas esas pérdidas terribles estuvieron acompañadas de una devastación
cultural sin precedentes con los ataques contra los archivos y
monumentos nacionales, que representan la identidad histórica del pueblo
iraquí. Ahora sabemos que miles de objetos de arte desaparecieron
durante la operación Libertad iraquí bajo la mirada de las tropas estadounidenses. Esos
objetos, entre los que estaban no menos de quince mil objetos
mesopotámicos de incalculable valor del Museo Nacional en Bagdad,
estaban entre otros
muchos,
objetos de los doce mil lugares arqueológicos que las fuerzas de
ocupación dejaron sin protección. Mientras, los museos fueron despojados
de sus colecciones históricas, y se destruía de forma deliberada la
Biblioteca Nacional, que preserva la continuidad y el orgullo de la
historia iraquí. Las autoridades de la ocupación no tomaron medidas
efectivas para proteger los edificios culturales de importancia, a pesar
de las advertencias de los expertos internacionales. Según una reciente
actualización de los objetos robados, realizada por Francis Deblauwe, un
experto en arqueología de Iraq, parece ser que no menos de ocho mil
quinientos objetos están todavía en paradero desconocido, además de los
cuatro mil objetos que se dice que se han recuperado en el extranjero
pero que no han regresado todavía a Iraq. El contrabando y el tráfico de
antigüedades iraquíes se han convertido en uno de los negocios más
ventajosos en el Iraq contemporáneo.
La actitud de las fuerzas lideradas por Estados Unidos hacia este saqueo
ha sido, como mínimo, de indiferencia o algo peor. La incapacidad de
Estados Unidos para cumplir con sus responsabilidades, de acuerdo con la
legislación internacional, y tomar medidas de protección fue aún más
grave debido a los terribles delitos que dañaron gravemente la herencia
cultural iraquí. Desde la invasión de 2003 dirigida por Estados Unidos,
un mínimo de siete lugares arqueológicos se han convertido en bases o
campos militares, entre ellas Ur —una de las ciudades más antiguas del
mundo y lugar de nacimiento de Abrahán— y Babilonia, donde el ejército
estadounidense ha dañado de forma irreparable la ciudad antigua.
La destrucción del Estado iraquí
El caos rampante y la violencia golpean los esfuerzos de la
reconstrucción, lo que deja los cimientos del Estado iraquí en ruinas.
La mayoría de los periodistas, académicos y figuras políticas
occidentales se han negado a reconocer la pérdida de vidas a tan gran
escala y la destrucción cultural que acompañó a las predecibles
consecuencias de la política de la ocupación estadounidense. La propia
idea se considera impensable, a pesar de la transparencia con la que se
persiguió este objetivo.
Ha llegado el momento de pensar en lo impensable. El ataque
estadounidense contra Iraq nos obliga a considerar el significado y las
consecuencias de la destrucción del Estado como un objetivo político.
Los arquitectos de la política de Iraq nunca explicitaron lo que la
destrucción y la reconstrucción del Estado iraquí podrían suponer; sin
embargo los hechos lo dejan claro. De esas acciones llevadas a cabo en
Iraq, se puede inferir el fin del Estado iraquí. La campaña para
destruir el Estado iraquí implicó, en primer lugar, el derrocamiento y
la ejecución del jefe del Estado, Saddam Hussein, y la captura y
expulsión de las figuras del Baaz. No obstante, la destrucción del
Estado va más allá del cambio de régimen, implica también el objetivo de
desmantelar las principales instituciones del Estado y el lanzamiento de
un prolongado proceso de reestructuración política.
Las cien órdenes de Bremer convirtieron a Iraq en un gigantesco paraíso
para el libre comercio, al mismo tiempo que una pesadilla infernal para
los iraquíes; colonizaron el país para el pillaje de capital a gran
escala; las nuevas leyes económicas instituyeron tasas bajas; dejaron el
cien por cien de las acciones iraquíes en manos de los inversores
extranjeros; el derecho a la expropiación de todos los beneficios;
importaciones sin restricción y acuerdos y arrendamientos a un plazo de
entre 30 y 40 años, que desposeen a los iraquíes de sus propios
recursos.
El Iraq contemporáneo representa un pastiche fragmentado de fuerzas
sectarias con las trampas formales de la democracia liberal y las
estructuras económicas neoliberales. Para nosotros esto es la técnica
del divide y vencerás, utilizada para fracturar y someter las regiones
culturales cohesionadas. El régimen instaurado por las fuerzas de la
ocupación en Iraq redibujó el país en función de líneas divisorias
sectarias, disolviendo la unidad duramente conseguida durante un largo
proyecto de construcción del Estado. El resultado fue una política de
limpieza étnica.
Los documentos de
Wikileaks
Los documentos de Wikileaks,
hechos públicos por primera vez el 22 de octubre de 2010, revelan que el
ejército estadounidense dio la orden secreta de no investigar la tortura
cometida por las autoridades iraquíes y descubierta por las tropas
estadounidenses. Además, los datos revelan cómo las fuerzas de ocupación
asesinaron a cientos de civiles en sucesos de los que no se informó
nunca; de cómo dispararon en los controles militares a cientos de
civiles iraquíes, entre ellos mujeres embarazadas, ancianos y niños.
Hay numerosas denuncias de abusos perpetrados en las prisiones de las
fuerzas de la coalición, incluso antes del escándalo de Abú Graib. Los
archivos pintan un sórdido panorama de la tortura, extendida a todos los
centros de detención. Dos revelaciones, que tratan de la muerte de
civiles en la guerra de Iraq, esperan a los lectores de la sección de
Wikileaks: los iraquíes son responsables de la mayoría de esas muertes y
el número total de bajas civiles es sustancialmente superior al que se
ha informado.
Los documentos constatan una disminución del caos y el horror mientras
el país se hundía en la llamada «guerra civil». Los diarios también
constatan los miles de cuerpos, muchos de ellos brutalmente torturados,
tirados por las calles de Iraq. Gracias a los archivos de Wikileaks se
puede ver el impacto que la guerra ha tenido sobre los hombres, las
mujeres y los niños iraquíes. Aquí se reconoce, por primera vez, la
escalada de muertes, detenciones y violencia. Una completa investigación
de esos documentos nos dará una visión profunda de las atrocidades
cometidas en Iraq. Los documentos de Wikileaks pueden servir como prueba
en los tribunales, puesto que hay documentos muy relevantes para que los
letrados presenten demandas contra Estados Unidos por negligencia y por
su responsabilidad en el asesinato de miles de iraquíes. Con una
compensación justa para las familias de las víctimas y un reconocimiento
de su sufrimiento se podría aliviar a que los iraquíes curen sus
heridas.
En la primera respuesta oficial del Departamento de Estado
estadounidense respecto a la gran filtración de los documentos secretos
de la guerra de Iraq, el portavoz P.J. Crowley obvió las pruebas
respecto a que se ordenó a las tropas estadounidenses encubrir la
violación de los derechos de los detenidos perpetrada por el gobierno
iraquí, e insistió en que las violaciones de los derechos no eran
problema de los estadounidenses. Esta respuesta es indignante. Quienes
perpetraron esta violencia y quienes ordenaron a los soldados mirar para
otro lado cuando se toparan con la tortura así como los asesinatos
extrajudiciales deben ser juzgados como crímenes de guerra. Las fuerzas
angloestadounidenses y los gobiernos se negaron claramente a cumplir sus
obligaciones respecto a la legalidad internacional como poder ocupante
de facto.
No obstante, esos diarios revelan únicamente las «acciones
significativas en la guerra» contadas por los soldados del ejército
Estadounidense: los informes de las tropas regulares. Los diarios no
contienen nada nuevo, sencillamente confirman y oficializan lo que los
iraquíes y los observadores occidentales empotrados han estado
intentando transmitir al público durante años. Mientras que toda la
prensa ha informado sobre la historia de Wikileaks, pocos medios han
echado la vista atrás para analizar sus informaciones y reconocer hasta
qué punto han sido incapaces de informar honestamente sobre los
crímenes.
Lo que esos cuatrocientos mil documentos no revelan es la implicación de
tropas irregulares estadounidenses en operaciones especiales, en la
guerra antiterrorista y en las actividades de los escuadrones de la
muerte. ¿Cuándo van a ver la luz los documentos de la guerra sucia? El
Tribunal BRussells,
que ha seguido esta espantosa invasión y ocupación desde 2003, está
convencido de que los documentos filtrados únicamente han arañado la
superficie de la catastrófica guerra contra Iraq. Lo que podemos extraer
de los documentos de Wikileaks es únicamente la punta del iceberg. Ya es
hora de sumergirnos en las turbulentas aguas de la guerra de Iraq e
intentar explorar la parte oculta del iceberg.
Limpieza étnica
Tras la invasión de 2003, quedó claro que los grupos del exilio iraquí
iban a jugar un papel importante en la violencia en el Iraq ocupado. Ya
el 1 de enero de 2004, se informó de que el gobierno estadounidense
planeaba crear unidades paramilitares formadas por milicianos del Iraq
kurdo y grupos del exilio, incluidos las brigadas de Badr, el Congreso
Nacional Iraq, y la Alianza Nacional Iraquí para lanzar una campaña de
terror y de asesinatos extrajudiciales similares al programa
Fenix de Vietnam: la campaña
de terror y asesinatos que mató a decenas de miles de civiles.
El suplemento de 87 mil millones de dólares para la guerra aportados en
noviembre de 2003, incluían tres mil millones para programas secretos,
fondos que serían utilizados por los paramilitares durante los
siguientes tres años. Durante ese período, las noticias sobre Iraq
estuvieron gradualmente dominadas por informaciones sobre escuadrones de
la muerte y limpieza étnica, descrita por la prensa como «violencia
sectaria», que se utilizó como el eje central de la narrativa sobre la
guerra y la principal justificación para continuar con la ocupación.
Parte de la violencia podría haber sido espontánea, pero hay pruebas
aplastantes de que la mayor parte de esta violencia fue el resultado de
los planes que fueron descritos por varios expertos estadounidenses en
diciembre de 2003.
A pesar de los subsiguientes esfuerzos para distanciar la política
estadounidense de los escalofriantes resultados de esta campaña, ésta se
lanzó con el apoyo total de los creadores de opinión conservadores de
Estados Unidos, que llegaron a afirmar que «los kurdos y el Congreso
Nacional Iraquí tenían magníficas operaciones de inteligencia que
deberían permitirles utilizar… especialmente para dirigir la
contrainsurgencia en el triángulo sunni», como afirmó una editorial del
Wall Street Journal.
En enero de 2005, más de un año después de que aparecieran las primeras
informaciones sobre la planificación de los asesinatos y las operaciones
paramilitares por parte del Pentágono, la
opción El Salvador golpeó las
páginas del Newsweek y de
otros periódicos de renombre. La contratación de fuerzas locales por
parte del Estado terrorista fue vista como un componente clave en una
política que había conseguido evitar la derrota total del gobierno
respaldado por Estados Unidos en El Salvador. Los mercenarios, como
Dyncorp, contratados por el Pentágono, ayudaron a través de las milicias
sectarias que se habían utilizado para aterrorizar y asesinar iraquíes y
provocar una guerra civil en Iraq.
En 2004 dos altos oficiales del ejército estadounidense publicaron un
favorable informe sobre la guerra estadounidense en Colombia: «Los
presidentes Reagan y Bush apoyaron una guerra limitada y corta mientras
intentaban mantener en secreto, ante el público y los medios, la
implicación de Estados Unidos. La actual política estadounidense de
Colombia parece seguir la misma técnica de la prensa de disfraz y de
silencio.»
Esto pone de manifiesto la naturaleza intrínseca de la guerra sucia,
como en Latinoamérica, y los peores excesos de la guerra de Vietnam. El
propósito de la guerra sucia no es encontrar y después detener o
asesinar a los combatientes reales de la resistencia; el objetivo de la
guerra sucia es la población civil. Es una estrategia de terrorismo de
Estado y castigos colectivos contra el conjunto de la población con
objeto de aterrorizarla y lograr su sumisión. Las mismas tácticas que se
usaron en Centroamérica y Colombia se exportaron a Iraq. Incluso
trasladaron a Iraq a los arquitectos de las guerras sucias en El
Salvador (el embajador estadounidense John Negroponte y James Steele) y
en Colombia (Steven Casteel) para que llevaran a cabo el mismo trabajo
sucio. Allí reclutaron, entrenaron y desplegaron los famosos comandos
especiales de la policía, a los que más tarde, en 2006, se incorporaron
los escuadrones de la muerte, como las Brigadas del Badr entre otras.
Las fuerzas estadounidenses establecieron un Centro de operaciones de
altas tecnologías para los comandos especiales de la policía en un lugar
indeterminado de Iraq. Los técnicos estadounidenses instalaron teléfonos
por satélite y ordenadores con conexiones a internet y a la redes de las
fuerzas estadounidenses. El Centro tenía relaciones directas con el
Ministerio de Interior iraquí y con cada una de las bases
estadounidenses desplegadas en el país.
Como las noticias sobre las atrocidades cometidas por esas fuerzas en
2005 en Iraq aparecieron en todas las primeras páginas de la prensa,
Cateel jugó una baza capital en culpar a los resistentes de los
asesinatos extrajudiciales, quienes vestían uniformes militares robados,
vehículos militares identificados y armas. Incluso cuando salió a la luz
la información de que la tortura se llevaba a cabo dentro del propio
Ministerio del Interior, donde él y otros estadounidenses trabajaban,
afirmó que los centros de tortura estaban en manos de elementos
indomables del Ministerio. Los asesores estadounidenses del ministro del
Interior tenían sus despachos en la planta octava, justo encima de la
planta en la que se practicaban las torturas: la séptima planta.
La actitud acrítica de la prensa occidental hacia los responsables
estadunidenses como Steven Casteel evitaron una protesta mundial,
popular y diplomática, contra la gigantesca escalada de violencia en
Iraq en los años 2005 y 2006, que consistió en utilizar la misma técnica
de la prensa, de disfraz y de silencio, mencionada más arriba. Mientras
la historia del Newsweek saltó
en enero de 2005, el general Downing, ex jefe de las Fuerzas especiales
estadounidenses, aparecía en la NBC donde afirmó: «Esto está bajo el
control de las fuerzas estadounidenses y del actual gobierno interino
iraquí. No hay porqué pensar que estamos padeciendo ningún tipo de
campaña de asesinatos cuyo objetivo sean las víctimas civiles”. A los
pocos meses, Iraq fue barrida por una campaña exactamente como la
definida por el general Downing. Esta campaña provocó detenciones
arbitrarias, torturas, ejecuciones extrajudiciales junto con el éxodo
masivo y el desplazamiento interno de millones de personas. Durante los
peores días de esta guerra sucia, entre 2005 y 2007, miles de iraquíes
desaparecieron. Algunos de esos cadáveres de personas desaparecidas
fueron amontonados en camiones por hombres uniformados; otros
simplemente se desvanecieron. El destino de muchos de los iraquíes
desaparecidos sigue sin conocerse. Muchos mueren ahora en una de las
tristemente famosas cárceles secretas iraquíes. Wijdan Mikhail, ministro
de Derechos Humanos, afirmó que entre 2005 y 2006 su Ministerio recibió
más de nueve mil reclamaciones sólo de iraquíes que daban cuenta de la
desaparición de un familiar. Los grupos de Derechos Humanos afirmaron
que la cifra era muchísimo más alta de las reclamaciones presentadas.
El Dr. Yaseer Saliji, periodista, fue asesinado el 24 de junio de 2005 a
manos de un francotirador estadounidense. Su asesinato fue calificado de
“accidente”. Knight Ridder
publicó tres días después de su muerte un artículo
sobre la investigación que habían
llevado a cabo sobre los comandos especiales de la policía y su relación
con la tortura, los asesinatos extrajudiciales y las desapariciones en
Bagdad. Saliji y sus compañeros investigaron al menos 30 casos de
secuestros que terminaron en tortura y asesinato. En cada caso había
testigos de los asaltos perpetrados con un gran número de vehículos
claramente identificados como policiales con policías con uniformes de
los comandos especiales, armados y con chalecos antibalas. En todos los
casos el detenido fue posteriormente hallado muerto y con los mismos
signos de tortura. La muerte se producía habitualmente por un disparo en
la cabeza.
El simple hecho de no señalar la relación entre el ejército
estadounidense y las Brigadas del Badr, apoyadas por Irán, las Brigadas
del Lobo, apoyadas por Estados Unidos y otras unidades del Comando
especial de la policía o hasta dónde llegaba el entrenamiento, la
gestión y el control estadounidense sobre esas unidades fue
trascendental porque distorsionó la percepción de los hechos en Iraq
durante toda la escalada de violencia de la guerra sucia
y creó la impresión de una
violencia sin sentido iniciada por los propios iraquíes, además de
encubrir la responsabilidad de Estados Unidos en la planificación y
ejecución de la violencia más salvaje. Dando cobertura a esos crímenes
cometidos por el gobierno de Estados Unidos, la información dada por la
prensa jugó un papel significativo en impedir la afrenta pública que
podría haber evitado la siguiente escalada de esta campaña.
El alcance exacto de la complicidad estadounidense en los diferentes
aspectos y fases de las operaciones de los escuadrones de la muerte, la
tortura y las desapariciones, merece una completa investigación. No es
creíble que los oficiales estadounidenses fueran simples observadores
inocentes de todos esos miles de hechos. Como señalan con frecuencia los
observadores iraquíes, los escuadrones de la muerte del Ministerio del
Interior se movían con total libertad por los controles militares, tanto
estadounidense como iraquíes, mientras detenían, torturaban y asesinaban
a miles de personas.
Al igual que en otros países donde las fuerzas de Estados Unidos
estuvieron implicadas en lo que ellos denominan “la contrainsurgencia”,
el ejército y los oficiales de la Inteligencia de Estados Unidos
reclutaron, entrenaron, equiparon y dirigieron a las fuerzas locales, en
una campaña de terrorismo de Estado de proporciones inimaginables contra
la población local que continuaba rechazando y oponiéndose a la invasión
y ocupación de su país.
El grado de implicación de la iniciativa estadounidense en el
reclutamiento, entrenamiento, equipamiento, dirección y control de los
comandos especiales de la policía dejó claro que los entrenadores y
comandantes estadounidenses establecieron los parámetros dentro de los
cuales operaban esas fuerzas. Muchos iraquíes e iraníes han sido sin
duda culpables de esos terribles crímenes llevados a cabo dentro de esta
campaña, pero el primer responsable de esta política y de los crímenes
que ha supuesto, recae en los individuos de la estructura civil y
militar de la cadena de mando del Departamento de Defensa
estadounidense, de la CIA y e la Casa Blanca que diseñaron, aprobaron y
pusieron en práctica las políticas de terror
Fénix o
El Salvador en Iraq.
El informe de la oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas (UNAMI)
escrito por John Pace y publicado el 8 de septiembre de 2005, fue muy
explícito al relacionar directamente con el Ministerio del Interior
iraquí e indirectamente con la fuerza multinacional de la ocupación
dirigida por Estados Unidos la campaña de detenciones, torturas y
asesinatos extrajudiciales.
El informe final de 2006 de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos
describía las consecuencias de esas políticas para los ciudadanos de
Bagdad, al tiempo que subestimaba las raíces institucionales en la
política estadounidense. La violencia sectaria que devoró Iraq en 2006
no fue una consecuencia no pretendida de la invasión y ocupación
estadounidense, sino una parte integral de ella. Estados Unidos no fue
incapaz únicamente de restaurar la estabilidad y la seguridad en Iraq,
sino que deliberadamente sometió al país a la vieja regla del divide y
vencerás y a a la de fabricar nuevas justificaciones para su ilimitada
violencia contra los iraquíes, que seguían rechazando la invasión y
ocupación ilegal de su país.
La naturaleza y la extensión de la implicación de los diferentes
individuos y de los diversos grupos dentro de la estructura de la
ocupación estadounidense siguen siendo sucios y un oscuro secreto, pero
habrá flecos que cualquier investigación rigurosa podrá seguir.
En enero de 2007, el gobierno de Estados Unidos anunció una nueva
estrategia, el aumento del número de tropas de combate en Bagdad y en la
provincia de al-Anbar [the surge].
La mayoría de los iraquíes confirmaron que esta escalada de violencia
les hizo padecer unas condiciones de vida aún peores de las habían
sufrido antes, puesto que se añadían a la destrucción acumulada durante
los cuatro años de guerra y ocupación. El informe de Derechos Humanos de
Naciones Unidas para el primer cuatrimestre de 2007 dio una descripción
de las espantosas condiciones que padecía el pueblo iraquí. La violencia
de la nueva estrategia
ha tenido
como consecuencia, por ejemplo, la reducción de un 22 por ciento más del
número de médicos: de los 34.000 que había en septiembre de 2008 quedan
exclusivamente 15.000. Durante el período 2007-2008. el número de
refugiados y desplazados internos ha aumentado enormemente.
Puesto que las fuerzas del Ministerio del Interior, bajo el control del
mando estadounidense, fueron responsables de una gran parte de los
asesinatos extrajudiciales, las autoridades de la ocupación tuvieron
poder para reducir o aumentar la escalada de esas atrocidades dando la
orden oportuna. Por ello, conseguir un descenso del número de asesinatos
con el lanzamiento del plan de seguridad no hubiera supuesto una gran
dificultad. De hecho, parece que la pequeña reducción de la violencia ha
jugado un importante papel de propaganda, hasta que los escuadrones de
la muerte volvieron a operar, apoyados por la nueva ofensiva de Estados
Unidos.
En 2007, la escalada de ataques del ejército estadounidense, que
quintuplicó el número de ataques aéreos y el uso de aviones de combate
Espectro y artillería, así como el aumento de tropas, tenía por
objetivo crear el clímax de devastación llevada a cabo durante los
cuatro años anteriores de guerra y castigos colectivos infligidos al
pueblo iraquí. Todas las zonas controladas por la resistencia serían el
objetivo de demoledores ataques armados, sobre todo desde el aire, hasta
que las fuerzas de tierra pudieran construir los muros que convirtieron
a cada barrio en un distrito aislado. Merece la pena mencionar que el
general Petraeus comparó las hostilidades en Ramadi con la Batalla de
Stalingrado, sin temor a adoptar el papel de los invasores alemanes en
esta analogía. Ramadi fue completamente destruida como en noviembre de
2004 lo había sido Faluya.
El informe de 2007 de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos hablaba de
los ataques ilegales e indiscriminados contra los civiles y las zonas
civiles y exigía una investigación. Los ataques aéreos continuaron
prácticamente a diario, hasta agosto de 2008, incluso a pesar de que la
denominada violencia sectaria y las bajas estadounidenses disminuyeron.
En todas las noticias sobre sucesos en los que hubo civiles, mujeres y
niños muertos, la oficina de prensa de Centcom declaró que las personas
asesinadas eran “terroristas”, “militantes de Al-Qaeda” o “involuntarios
escudos humanos”. Por supuesto, cuando se ordena de forma ilegal a las
fuerzas militares que ataquen áreas civiles, las personas intentarán
defenderse, especialmente si saben que el no hacerlo implicará
detenciones arbitrarias, abusos, tortura o ejecuciones sumarias de ellos
mismos o de sus familiares.
Otro aspecto del incremento de tropas parece haber sido el aumento del
uso de los equipos para asesinar de las Fuerzas especiales
estadounidenses. Por ejemplo, en abril de 2008 el entonces presidente
Bush declaró: «mientras estamos hablando, las Fuerzas especiales de
Estados Unidos lleva a cabo cada noche múltiples operaciones para
capturar o matar a los dirigentes de Al-Qaeda en Iraq» El 13 de mayo de
2009, el New York Times
informó de que «cuando el general Stanley McCrystal tomó el mando del
Comando conjunto de operaciones especiales en 2003, heredó un comando
pequeño y oscuro con fama de rechazar trabajos con otras organizaciones
militares y de inteligencia. Pero durante los cinco años posteriores
trabajó mucho —afirman sus compañeros— para construir relaciones íntimas
con la CIA y el FBI… en Iraq donde supervisó las operaciones secretas
del comando durante cinco años, los ex oficiales de inteligencia afirman
que «McCrystal posee un conocimiento enciclopédico, incluso obsesivo,
sobre las vidas de los terroristas y presionó para que los soldados
mataran con gran violencia a cuantos más mejor» Mucho de lo que ha hecho
el general McChrystal durante sus
33
años de carrera permanece oculto en documentos clasificados, y esto
incluye sus servicios entre 2003 y 2008 como comandante del Comando
conjunto de operaciones especiales, una unidad de elite tan clandestina
que durante años el Pentágono se negó a reconocer su existencia. El
secreto rodea esas operaciones impidiendo que salgan a la luz nuevas
informaciones, pero con el tiempo, como ocurrió con las operaciones
secretas de Estados Unidos en Vietnam y en Latinoamérica, las
conoceremos.
Existen otras fuerzas implicadas en operaciones especiales, tal y como
se documenta a continuación:
-
En febrero de 2007, un artículo del
Sunday Telegraph señalaba que
había pruebas claras de que las Fuerzas Especiales Británicas [SAS en
sus siglas en inglés] reclutaron y entrenaron terroristas en la
Zona Verde para aumentar las
tensiones étnicas. Una rama de las SAS, llamada Comando Negro [Task Force Black], relacionada con un sangriento pasado en Irlanda
del Norte, opera con inmunidad y suministra sofisticados explosivos. Se
ha culpado a los iraníes, a la resistencia sunní o a oscuras células
terroristas como Al-Qaeda de algunos de estos ataques.
-
Los SWAT (Comandos de armas y tácticas especiales) han sido utilizados
de manera extensiva en operaciones de la contrainsurgencia. La misión de
los SWAT es dirigir las operaciones de alto riesgo que quedan fuera de
la capacidad operativa de las patrullas regulares, frenan y responden al
terrorismo y a las actividades de la resistencia. Ha habido informes que
hablan de que «los socios internacionales para la defensa interna junto
con soldados de la coalición han establecido una relación profesional
entre las fuerzas de seguridad iraquíes y las fuerzas de la coalición
para construir unas fuerzas capaces». Los soldados de la coalición
trabajan codo con codo con los SWAT, tanto en los entrenamientos como en
las acciones militares. El 7 de octubre de 2010, la web oficial de las
fuerzas estadounidenses en Iraq informó de que «el comando SWAT de
Basora se ha entrenado con varias unidades de fuerzas especiales,
incluida las de la marina SEALs y las británicas SAS. Igualmente, el
primer batallón y el 68º regimiento de la armada, actualmente bajo el
control operacional de la división Sur de Estados Unidos y de la primera
división de infanterí ha asumido la tarea de entrenar al comando SWAT.»
-
Los Servicios de Protección de Instalaciones, a los que los contratistas
privados o mercenarios, como Blackwater, se han incorporado, se han
utilizado en operaciones de la contrainsurgencia.
-
Las Fuerzas de Operaciones Especiales de Iraq (ISOF, en sus siglas en
inglés), probablemente el mayor grupo de fuerzas especiales nunca creado
por Estados Unidos, quedan al margen de la mayoría de los controles que
muchos gobiernos emplean para controlar tales fuerzas letales. El
proyecto se inició en Jordania, justo tras la conquista estadounidense
de Bagdad, en abril de 2003, para crear una unidad letal de élite y
secreta, completamente integrada con el comando estadounidense, que
operaría durante años bajo el mando de Estados Unidos y sin estar bajo
control de de los ministros iraquíes ni del proceso político normal.
Según los datos del Congreso estadounidense, la ISOF consta de nueve
batallones ramificados por todo Iraq en cuatro comandos regionales de
base. En diciembre de 2009, estas fuerzas ya estaban completamente
operativas: cada una de las bases regionales poseía su célula de
inteligencia, la cual operaba de manera independiente del resto de las
redes de inteligencia de Iraq. La ISOF cuenta al menos con 4.564
operativos entrenados, que tiene aproximadamente el tamaño de las
propias fuerzas especiales estadounidenses para Iraq. Los datos del
Congreso de Estados Unidos indican que hay planes para doblar la ISOF en
los «próximos años».
Conclusión; la guerra sucia en Iraq continúa. Incluso a pesar del
anuncio del presidente Barack Obama del fin de los combates en Iraq, las
fuerzas estadounidenses siguen combatiendo junto con sus colegas
iraquíes. Las 50.000 tropas que aún permanecen en Iraq junto con las
5.800 tropas de aire están “asesorando” y entrenando al ejército iraquí,
“dándoles seguridad” y llevando a cabo operaciones antiterroristas.
El pasado 26 de octubre se supo que Navi Pillay, Alto Comisionado para
los Derechos Humanos de Naciones Unidas, apremió a Iraq y a Estados
Unidos a que investigasen las acusaciones de tortura y de asesinatos
extrajudiciales en el conflicto de Iraq revelados por los documentos de
Wikileaks.
A nosotros nos sorprende esta declaración porque ¿Considera el Alto
Comisionado que es apropiado que los criminales investiguen sus propios
crímenes? Desde que el gobierno de Obama ha dejado claro que no quiere
sacar a la luz ninguno de los crímenes cometidos por los oficiales
estadounidenses en Iraq, se hace necesaria una investigación
internacional bajo los auspicios del Alto Comisionado de Derechos
Humanos de Naciones Unidas. Además, será necesario el concurso de
distintos relatores, por ejemplo un Relator especial sobre ejecuciones
extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, un Relator especial sobre la
promoción y la protección de los Derechos Humanos en operaciones
antiterroristas y un Relator especial sobre torturas y otros tratos o
castigos inhumanos o degradantes. En particular es urgente el
nombramiento de un Relator especial en Iraq sobre la situación de los
Derechos Humanos en el país.
A pesar de que Naciones Unidas no autorizó la invasión de Iraq, sí
legalizó a posteriori la ocupación con la resolución 1483 de 22 de mayo
de 2003, contra la voluntad de una abrumadora mayoría de la comunidad
mundial que no aceptó la legalidad o la legitimidad de la resolución de
Naciones Unidas. Fue precisamente durante la ocupación cuando se
produjeron los crímenes que ha sacado a la luz Wikileaks. Al igual que
Estados Unidos, Naciones Unidas tiene unas obligaciones morales y
legales de las que responder.
La comunidad mundial tiene derecho a saber por completo y sin ningún
sesgo la verdad sobre la implicación de Estados Unidos en los crímenes
cometidos en Iraq y exige justicia para el pueblo iraquí.
Según el informe de la comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas,
a petición de la UNAMI para su clarificación, la Fuerza Multinacional
confirmó que «el gobierno estadounidense sigue considerando el conflicto
en Iraq como un conflicto armado internacional, con los procedimientos
actualmente en vigor de acuerdo con la Cuarta Convención de Ginebra» y
no que los derechos civiles de los Iraquíes deben estar regidos por la
Convención Internacional sobre los Derechos Políticos y Civiles y otras
leyes sobre Derechos Humanos porque esto ampliaría los derechos de los
iraquíes detenidos por las fuerzas iraquíes o estadounidenses y
aceleraría la celebración de juicios justos. La admisión de que Estados
Unidos, a finales de 2007, seguía unida legalmente a un «conflicto
armado internacional contra Iraq » plantea serias dudas sobre la
legitimidad de los cambios constitucionales y políticos llevados a cabo
en Iraq por las fuerzas de la ocupación y sus agentes durante ese
período.
Legitimar la tortura
Cuando se hicieron públicas las torturas y los abusos cometidos en la
prisión de Abú Graib, se generó un breve escándalo en el mundo, el
Comité Internacional de la Cruz Roja, Human Rights First, Amnistía
Internacional, Human Rights Watch y otros grupos de Derechos Humanos
documentaron ampliamente los crímenes extendidos por todo Iraq y
cometidos de forma sistemática por las fuerzas de ocupación
estadounidense contra las personas detenidas en Iraq ilegalmente. En
numerosos informes sobre Derechos Humanos queda establecido que la
responsabilidad por esos crímenes se extiende hasta los más altos
niveles del gobierno estadounidense y de sus fuerzas armadas.
Las formas de tortura que se documentan en esos informes incluyen
amenazas de muerte, ejecuciones simuladas, ahogamientos por
agua,
posturas imposibles (colgar a las personas, a veces hasta la muerte o
hasta su agonía), hipotermia, impedir el sueño, falta de comida y de
agua, suspensión de tratamientos médicos, descargas eléctricas, diversas
formas de violaciones y sodomías, palizas eternas, quemaduras, cortes
con navajas, uso indebido de las esposas, ahogamiento por asfixia,
ataques y otras muchas formas de tortura psicológica como la humillación
sexual, la detención y tortura de miembros de la familia del detenido.
El Comité Internacional de la Cruz Roja estableció que que la violación
de las leyes internacionales humanitarias de formas sistemática y
extendida ha quedado constatada. Altos cargos militares reconocieron
ante la Cruz Roja que «entre el 70 y el 90 por ciento de las personas
privadas de su libertad han sido detenidas por error».
Todos estos hechos son bien conocidos, pero únicamente se han impuesto
penas a los niveles más bajos del ejército. El informe “Responsabilidad
del Mando” reveló que el fracaso en condenar a los oficiales de mayor
rango fue el resultado directo del papel fundamental que algunos de
ellos jugaron para “evitar la exigencia de responsabilidades”. Con el
retraso y quitando importancia a las investigaciones sobre los muertos
bajo su custodia, los altos cargos sintetizan su propia responsabilidad
criminal en un patrón común de tortura, asesinato y obstrucción de la
justicia. Los altos cargos abusaron del enorme poder que ostentaron en
la estructura militar para colocarse ellos mismos fuera del alcance de
la ley, a pesar de que fueron quienes dieron las órdenes para cometer
crímenes terribles. Las Convenciones de Ginebra se establecieron y se
firmaron precisamente por haber sabido reconocer el espantoso potencial
de este tipo de comportamiento criminal y este es el motivo por el cual,
hoy en día, siguen siendo vitales.
Sin embargo, la responsabilidad de esos crímenes no se limita al
ejército estadounidense. Los datos públicos incluyen documentos en los
cuales altos cargos del gobierno de Estados Unidos consintieron
violaciones de las Convenciones de Ginebra, de la Convención contra la
Tortura de 1994 y de la Ley estadounidense de Crímenes de Guerra de
1996. Por lo tanto, el gobierno de Estados Unidos es responsable de esta
terrible tragedia que se ha infligido contra millones de ciudadanos
iraquíes y, por tanto, la comunidad internacional debe obligarle
indemnizar a las víctimas con las debidas compensaciones por sus
políticas criminales en Iraq.
Apelamos a todos los Estados a que exijan a Estados Unidos, durante el
Consejo sobre Derechos Humanos de Naciones Unidas que se celebrará el 5
de noviembre, responsabilidades por todos los crímenes cometidos contra
el pueblo iraquí.
Exigimos, además, que se generen los procedimientos adecuados para
establecer las compensaciones de guerra para el pueblo iraquí y para la
nación de Iraq por todas las pérdidas de vidas, la destrucción y los
daños causados por la guerra y ocupación del país bajo el mando de las
fuerzas anglo-estadounidenses.
Dirk Adriaensens
1.
Fuente: Tribunal BRussells
2.
Hasta el 15 de octubre de
2010
3.
Fuente Tribunal BRussells
4.
Hasta el 15 de octubre de
2010
Note:
this presentation contains information available in the public domain,
it is compiled of several official reports, press articles,
Max Fuller’s articles on the
counter-insurgency war (http://www.brussellstribunal.org/FullerKillings.htm)
and two books:
Cultural Cleansing in Iraq, of which Dirk Adriaensens is co-author
(Pluto Press, London, ISBN-10: 0745328121, ISBN-13: 978-0745328126) and |
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Seminario
Internacional sobre la situación de los
ACADÉMICOS IRAQUÍES Defender la educación en tiempos de guerra y ocupación
9, 10 y 11 de marzo
de 2011 Universidad de Gante, Bélgica |
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El objetivo del seminario
es llamar la atención internacional sobre la actual violencia criminal
contra los académicos iraquíes, contextualizar esta violencia dentro de
la dinámica de la ocupación actual de Iraq y trabajar para encontrar
soluciones prácticas |
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Organizado por la Universidad de Gante, el Grupo de Investigación de Oriente Próximo y África del Norte (MENARG) y el Tribunal BRussells en cooperación con la Asociación Internacinal de Estudios Contemporáneos Iraquíes (IACIS), la organización Vrede, 11.11.11 y la Red Internacional Antiocupación ( IAON) con el apoyo del Consejo Internacional de Estudios para Oriente Próximo (ICMES) y la Asociación Europea de Estudios de Oriente Próximo (EURAMES) European Association for Middle East Studies |
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Bajo la ocupación estadounidense, la clase intelectual y técnica iraquí
está sometida a una sistemática campaña de
intimidaciones, secuestros, extorsión y asesinatos aleatorios y
premeditados. De forma paralela a la destrucción del sistema educativo
de Iraq, esta represión ha provocado el desplazamiento forzoso y masivo
de las clases medias profesionales de Iraq. Las consecuencias sociales,
económicas y políticas de la reconstrucción de Iraq son muy graves.
Ahora, en el octavo año de la ocupación estadounidense cuando se
vislumbran algunas señales de su final, el Tribunal
BRussells
y el Grupo de Investigación MENARG (Middle
East and North Africa Research Group) de la Universidad de Gante
proponen volver a analizar la situación de la educación superior iraquí
y de la vida académica, subrayando su importancia en la reconstrucción
del país y en el bienestar de su pueblo.
Esto resulta especialmente urgente debido al devastador impacto de la
ocupación en los sectores clave como la educación superior y la
investigación
Por todo lo anterior, la tarea urgente del seminario propuesto no es
únicamente aportar las razones de la destrucción del sistema educativo
iraquí, sino además plantear los medios para reconstruirlo, resaltando
tanto
la obligación de las
organizaciones internacionales de dar respuesta, y la obligación moral
de los educadores del mundo de demostrar su solidaridad con sus
compañeros iraquíes.
Sólo los iraquíes pueden reconstruir Iraq: únicamente su competencia,
integridad e independencia pueden garantizar la soberanía de Iraq y
lograr un futuro pacífico y próspero. Los educadores de Iraq son vitales
para este futuro.
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DAHR JAMAIL,
autor y
periodista independienteI:
En el Seminario de Gante y junto con el Tribunal
BRussells
Tribunal establecerá la base de trabajo sobre la cual se asentarán los
casos reales de crímenes de guerra cometidos por el gobierno de Estados
Unidos y
en Iraq. |
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¿A quién beneficia la fuga de cerebros iraquíes? En el curso de su
historia Iraq nunca había conocido una fuga de cerebros tan importante
como la producida después de la invasión estadounidense en 2003. Esto se
ha acelerado sobre todo con los asesinatos selectivos y los secuestros
que han tenido como objetivo específico los/as médicos/as y los/as
profesores/as universitarios los de todas las disciplinas científicas.
Las estadísticas dan una cifra que se acerca a los tres mil (3.000)
profesores de Universidad, la mayoría de los cuales están adscritos a
Universidades occidentales y se dedican a disciplinas poco frecuentes.
Por otra parte, las fuerzas de ocupación y las milicias armadas han
eliminado a cerca de trescientos (300) universitarios. Esta situación ha
llevado al cierre de muchos Departamentos científicos
y de las filiales de estudios superiores en las universidades
iraquíes, lo que forma parte de la estrategia establecida y seguida por
la ocupación desde la invasión con el objetivo de someter a los iraquíes,
pero también de destruir Iraq e impedir su reconstrucción. También es el resultado
de la ausencia de normas científicas claras en la contratación de los y
las docentes, y de la conducta impuesta por los partidos religiosos que
gobiernan el país en favor de sus propios candidatos. Los criterios de
contratación basado en un expediente científico confeccionado con
títulos, competencia, experiencia y otros criterios han desaparecido por
completo. La falsificación de
títulos y de otros documentos científicos se ha convertido en moneda
corriente con la multiplicación, por todo el mundo, de universidades que
ofrecen enseñanza a distancia y conceden títulos universitarios
simplemente pagando los derechos de matrícula. En todo caso, son poco
exigentes con las condiciones de matrícula, el expediente previo de los
estudiantes y la solidez de sus conocimientos científicos. Gran cantidad
de estudiantes de estas universidades son responsables políticos
iraquíes, miembros del Parlamento y dirigentes de los partidos en el
poder, convencidos de que su paso por estas universidades les da un
derecho de acceso a los puestos de mando y a la función pública. La huida obligada de los
y las científicos que al mando de las instituciones de enseñanza antes
de la ocupación y su sustitución por personas incompetentes vinculadas a
partidos confesionales constituye la razón principal de las graves
dificultades que actualmente padece la enseñanza superior en Iraq. Esta
cuestión tiene múltiples dimensiones, científica, económica, social y
política. En el plano científico, el hecho de despojar a un país de sus expertos constituye lisa y llanamente una catástrofe para su futuro ya que dificulta su progreso y lo condena al subdesarrollo. En lo económico supone una pérdida incalculable dada la importancia de las inversiones realizadas en la formación de estos expertos, sin contar con el papel político que esta elite habría podido desempeñar. Por último, las universidades iraquíes han perdido su función de crisol social en el que se funden las diversas capas y confesiones de la población, y se han convertido en el terreno privilegiado de la confesionalidad y del sectarismo. |
BASIM AL JANABI
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En el plano oficial, el
gobierno habla regularmente de la necesidad del retorno de estos
expertos para que el país se beneficie de su saber y de su experiencia.
Se trata de simples anuncios mediáticos sin ninguna concreción porque
nunca ha existido un plan cuyo objetivo sea incitar a las personas
interesadas a volver al país. Quienes han decidido volver por voluntad
propia se han visto enfrentados a la burocracia, al favoritismo, al
sectarismo y al poder de los clanes confesionales. No han logrado
obtener los puestos que les corresponden por sus especialidades y con
frecuencia se han visto obligados a volver a marcharse al extranjero. |
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Apreciado señor Blair:
Usted
no me conoce, ¿por qué tendría que conocerme? O quizás sí debería
haberme conocido, junto a otros muchos funcionarios de las Naciones
Unidas que se esforzaban en Iraq mientras usted fraguaba su política
sobre este país. Leer los detalles de su “viaje” relativos a Iraq, según
deja escrito en sus memorias, ha confirmado mis temores. Cuenta usted la
historia de un dirigente, no la de un hombre de Estado. Podría, al menos
al final, haber dejado las cosas claras, pero, por el contario, repite
todos los argumentos que ya hemos oído otras veces: por qué las
sanciones tuvieron que ser como fueron; por qué el miedo a Sadam Huseín
fue mayor que el miedo a traspasar la línea entre su preocupación por
las personas y la política de la fuerza; por qué Iraq terminó como un
cubo de basura humana.
Y por qué usted optó sumarse al diktat de Bill Clinton en su Iraq
Liberation Act, de 1988, y al deseo de George W Bush de ponerla en
práctica.
Se
presenta usted a sí mismo como un hombre que intentó utilizar la vía de
las Naciones Unidas. No estoy muy seguro. ¿Es muy desencaminado afirmar
que, si alguna vez tuvo esa intención, fue puramente por razones
tácticas y no porque usted quisiera salvaguardar el papel de la ONU de
decidir cuándo una acción militar está justificada? La lista de quienes
no estuvieron de acuerdo con usted y con la forma en la que su gobierno
gestionó los trece años de sanciones y la invasión y ocupación de Iraq
es larga, muy larga. Incluye a Unicef y otros organismos de las Naciones
Unidas, Care, Caritas, la Asociación Internacional de Médicos para la
Prevención de la Guerra Nuclear, Kofi Annan –el entonces secretario
general de la ONU– y Nelson Mandela. Y no olvidemos tampoco los cientos
de miles de personas que se manifestaron en protesta en el Reino Unido y
en todo el mundo, entre ellos Cambridge Against Sanctions on Iraq (CASI)
y la coalición Stop the War.
Nos
sugiere que usted y quienes le apoyaron –la “gente de buena voluntad”,
como usted los llama– son los propietarios de los hechos. Sus
despreciativas observaciones sobre Clare Short, una mujer valiente que
dimitió en 2003 de su puesto de ministra de Desarrollo Internacional,
dejan claro que la incluye en otra lista. Y pide a aquellos que no
estuvieron de acuerdo que hagan una pausa y reflexionen. Yo le pido que
haga usted lo mismo. Aquellos de nosotros que vivimos en Iraq
experimentamos el dolor y la miseria que causaron sus políticas. Los
funcionarios de las Naciones Unidas que estábamos sobre el terreno no
fuimos “cautivados” por un régimen dictatorial; fuimos “cautivados” por
el reto de enfrentarnos al sufrimiento humano creado por las políticas
tremendamente erróneas de dos gobiernos -el suyo y el de Estados Unidos-,
y por la falta de valentía de quienes en Oriente Próximo, Europa y en
cualquier otro lugar podían haber cambiado el rumbo pero no lo hicieron.
Los hechos están de nuestra parte, no de la suya. He aquí algunos de esos hechos. Si a Hans Blix, entonces jefe de la Comisión de inspección de armamento de las Naciones Unidas, le hubieran concedido los tres meses adicionales que solicitó, vuestros planes se hubieran podido frustrar. Usted y George W. Bush temían que esto sucediera. Si ustedes hubieran respetado la legalidad internacional no habrían permitido, tras la Operación Zorro del Desierto en diciembre de 1998, que sus fuerzas lanzaran ataques desde las dos zonas de exclusión aérea. Llevados a cabo supuestamente para proteger a los kurdos iraquíes del norte y a los iraquíes chiíes del sur, esos ataques aéreos causaron muertes de civiles y destruyeron instalaciones no militares. |
HANS VON SPONECK
El Conde Hans-Christof von Sponeck, ex asesor del secretario general de Naciones Unidas, se integró en el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas en 1968 y prestó sus servicios en Ghana, Turquía, Botsuana, Pakistán e India, antes de convertirse en Director de Asuntos Europeos en Ginebra. Fue nombrado Coordinador Humanitario para Iraq en octubre de 1998. El Conde von Sponekc dimitió de su cargo en febrero de 2000 como protesta por la política internacional respecto a Iraq. Enseña en la Universidad de Marburg y colabora en una serie de comités de ONGs en Canadá, Suiza, Suecia, Alemania e Italia. Es autor de Autopsia de Iraq, Ed. De Oriente con la colaboración de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq, Madrid, 2007. [A Different Kind of War: The UN Sanctions Regime in Iraq, Berghahn Books, Providence, 2006.]
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Sé
que los informes que preparamos en Bagdad para documentar el daño que
causaron esos ataques aéreos causaron mucho enfado en el ministerio de
Asuntos Exteriores británico. En una conversación de pasillo que mantuve
durante la conferencia del Partido Laborista de 2004 con Robin Cook, su
ex ministro de Exteriores, éste me confirmó que, incluso en su gabinete,
se habían producido serias dudas respecto a su punto de vista. La
Resolución 688 de las Naciones Unidas se aprobó en 1991 para autorizar
al Secretario General –y a nadie más– a salvaguardar los derechos de las
personas y ayudar a aliviar sus necesidades. No autorizaba en absoluto
las zonas de exclusión aérea. De hecho, el gobierno británico, al votar
la Resolución 688, aceptó la obligación de respectar la soberanía y la
integridad territorial de Iraq.
Fui
un testigo diario de lo que usted y dos gobiernos estadounidenses
pergeñaron para Iraq: un régimen de sanciones cruel e inflexible que
castigaba a gente inocente. Sus funcionarios deberían haberle dicho que
sus políticas se convirtieron en unos escasos 51 céntimos de dólar para
financiar la vida diaria de una persona en Iraq. Usted mismo reconoce
que el 60 por ciento de los iraquíes era totalmente dependiente de los
bienes a los que se permitía la entrada en el país bajo el régimen de
sanciones; sin embargo, no hace referencia en su libro a cómo los
gobiernos británico y estadounidense bloquearon y retrasaron la entrada
de grandes cantidades de productos necesarios para la supervivencia.
A mediados de 2002, se impidió la entrada de productos por valor de más
de 5.000 millones de dólares. Ningún otro país de los que formaban parte
del Comité de sanciones a Iraq del Consejo de Seguridad de la ONU les
apoyó en esta medida. Los archivos de las Naciones Unidas están llenos
de pruebas de ello.
He
visto el sistema educativo, que antes era el orgullo de Iraq,
completamente destruido, y la situación del sistema sanitario era
igualmente desesperada. En 1999, no había más que un aparato de rayos X
en todo el país que funcionara. Enfermedades que estaban completamente
erradicadas volvieron a aparecer.
Se
niega a reconocer que usted y sus políticas tuvieran algo que ver con
esta crisis humanitaria. Incluso asegura que la tasa de mortalidad de
niños menores de cinco años en Iraq, entonces entre las más altas del
mundo, era responsabilidad exclusiva del gobierno iraquí. Le ruego que
lea los informes del Unicef al respecto, así como los que Carol Bellamy,
la estadounidense directora ejecutiva del Unicef en esa época, presentó
ante el Consejo de Seguridad. Ninguno de los funcionarios de la ONU
implicados en la crisis apoyará su afirmación de que Iraq “era libre de
comprar tantos alimentos y medicinas” como el gobierno permitiera. Ojala
que hubiera sido así. En julio de este año, durante la investigación
iniciada por el gobierno británico y presidida por sir John Chilcot, un
respetable diplomático que representaba al Reino Unido en el Comité de
sanciones del Consejo de Seguridad mientras yo estaba en Bagdad declaró:
“Los responsables y los ministros británicos eran plenamente conscientes
de los efectos negativos de las sanciones, pero prefirieron culpar de
ellos a la incapacidad del régimen de Sadam para implementar el programa
de petróleo por alimentos”.
Nadie en su sano juicio defendería el historial de Sadam Huseín en
materia de Derechos Humanos.
Sus
críticas palabras a este respecto están justificadas, pero usted sólo
ofrece una parte de esta truculenta historia. Cita algunas
descalificaciones de Max van der Stoel, ex ministro holandés de Asuntos
Exteriores que fue relator especial de Naciones Unidas sobre Derechos
Humanos en Iraq durante el tiempo en el que yo presté servicio en
Bagdad. Pero, omite usted oportunamente tres datos pertinentes: van der
Stoel no había estado en Iraq desde 1991 y se basaba en informaciones de
segunda mano; su mandato de la ONU se limitaba a evaluar la situación
relativa a los Derechos Humanos del gobierno iraquí y, por lo tanto,
quedaban excluidas las violaciones debidas a otras razones como las
sanciones económicas; y, en tercer lugar, su sucesor Andreas Mavrommatis,
ex ministro de Asuntos Exteriores de Chipre, reconoció rápidamente el
tendencioso mandato de las Naciones Unidas y amplió el alcance de su
estudio para incluir las sanciones como un asunto fundamental
relacionado con los Derechos Humanos. Se trata de una corrección muy
importante.
En su
libro no menciona usted a Celso Amorim, ministro brasileño de Asuntos
Exteriores, que en los años de las sanciones a Iraq fue representante
permanente de su país ante la ONU. ¿Se debe esto a que fue uno de los
diplomáticos capaces de traspasar el muro de la desinformación y de
buscar la verdad sobra las deplorables condiciones humanitarias en el
Iraq de finales de la década de 1990? Amorim utilizó la oportunidad que
le brindaba la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
para pedir un análisis de la situación humanitaria. Su conclusión fue
inequívoca: “Aunque no se puede culpar de todo el sufrimiento de Iraq a
factores externos, especialmente a las sanciones, el pueblo iraquí no
estaría sufriendo las actuales privaciones sin las prolongadas medidas
impuestas por el Consejo de Seguridad y los efectos de la guerra.”
Hamsy
Agam, representante de Malasia ante la ONU, observó con sarcasmo: “Qué
irónico resulta que la misma política destinada a quitar a Iraq sus
armas de destrucción masiva sea en sí misma un arma de destrucción
masiva”.
El
Secretario General de la ONU hizo también observaciones muy críticas
sobre la situación humanitaria en Iraq. Cuando expresé mis propias
preocupaciones en un artículo periodístico, Peter Hain, ministro de
gobierno británico, repitió lo que el mundo estaba acostumbrado a
escuchar desde Londres y Washington: todo es culpa de Sadam. Hain fue un
leal aliado suyo. Él y otros miembros de su gobierno me tacharon de
subjetivo, de extralimitarme en mis funciones, de no ceñirme a mis
tareas, etc. En palabras de James Rubin, entonces portavoz del
Departamento de Estado estadounidense: “¡A ese tipo de Bagdad se le paga
para que trabaje, no para que hable!
A
Denis Halliday, mi antecesor en Bagdad, y a mí nos prohibieron
repetidamente testificar ante el Consejo de Seguridad de la ONU. En una
ocasión, los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, en una carta
conjunta dirigida al Secretario General insistieron en que nosotros no
teníamos suficiente experiencia respecto a las sanciones y que por lo
tanto, no podríamos aportar mucho al debate. Le atemorizaban los hechos.
Vivimos una época peligrosa que usted ha contribuido a dar forma. La
arquitectura de la seguridad internacional está gravemente debilitada,
el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es incapaz de resolver
las crisis de forma pacífica y hay una tremenda doble moral en el debate
respecto a la dirección que lleva nuestro mundo. Un ex primer ministro
británico –“gran protagonista, líder mundial, no sólo dirigente nacional”
como usted se describe a sí mismo en su libro– debería tener poco tiempo
para hacer publicidad de su “viaje” en un tour promocional en Estados
Unidos. Pero usted no lo consideró así. Vi ese espectáculo, y no cabe
duda de que fue llamativo. Vi que se sentía claramente incómodo. Nada de
lo que usted y Bush, su compañero de armas, habían planeado para Iraq se
había cumplido, con la única excepción del derrocamiento de Sadam Husein.
Y en ese punto, usted optó por señalar a Irán como el nuevo peligro. Le guste o no, la legalidad de su “viaje” a Iraq, orientado por una brújula hecha a medida, incluye el sacrificio de las Naciones Unidas y de las negociaciones en el altar de una interesada alianza con el gobierno de Bush. En su libro, admite que “se cometieron algunos errores, aquí y allá”. En un punto, asegura: “Los servicios de inteligencia se equivocaron y deberíamos haber pedido disculpas por ello; yo lo he hecho.” Uno de los puntos esenciales de su argumentación para invadir Iraq lo trata casi como una nota a pie de página. Su rechazo a enfrentarse a los hechos en su totalidad es la razón por la cual la “gente de buena voluntad” sigue tan consternada y continúa exigiendo responsabilidades.
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Pese a toda la desinformación y las rotundas mentiras del gobierno de
Bush, aquel titular infame que rezaba "misión cumplida" contenía una
terrible verdad: la invasión de Iraq encabezada por Estados Unidos se
llevó a cabo con el fin de destruir el Estado iraquí; y el Estado iraquí
(junto con tantas otras cosas) fue en realidad destruido. Tras la
invasión se saquearon los museos, se quemaron las bibliotecas y se
asesinó a los académicos; todo ello formaba parte del proceso de minar
las bases culturales del moderno Estado iraquí, todo ello formaba parte
de una política deliberada de “destruir el Estado”. Misión cumplida.
Se destruyó Iraq a costa de cientos de miles de vidas perdidas,
del desplazamiento de millones de personas y de la destrucción de uno de
los grandes centros culturales del mundo.
Con toda seguridad, los historiadores que escriben la historia de
nuestro tiempo calificarán la destrucción de Iraq por parte de Estados
Unidos como uno de los grandes crímenes de principios del siglo
XXI.
Sin embargo, resulta desconcertante que todavía no se hayan inventariado
las dimensiones totales de las devastadoras consecuencias de la criminal
invasión y ocupación.
Primera, la retórica occidental de la guerra contra el terrorismo,
mediante la racionalización de la depredación causada por el Imperio,
empuja la voluntad pública hacia la ignorancia: protégenos de quienes
hacen el mal, pero no nos digas lo que ocurre
allí, en lugares extraños.
Segunda, la pura magnitud de la miseria humana impuesta deliberadamente,
el alcance de la destrucción cultural y la terrible escalada de
asesinatos hacen que lo que ha ocurrido en Iraq sea literalmente
inimaginable.
Tercera, a pesar de nuestra conciencia del siglo
XXI,
de la famosa identificación de Hannah Arendt de “la banalidad del mal”,
resulta casi imposible concebir la planificación y ejecución de
semejante destrucción y asesinatos de otra manera que no sea una colosal
conspiración (Irán, escuadrones de la muerte sectarios, la CIA, el
Mossad) antes que un objetivo de política exterior declarado y
abiertamente perseguido.
Cuarta, la intoxicación de la corriente dominante de las Ciencias
Sociales occidentales con sus ilusiones de desarrollo y liberación del
Imperio ha hecho que una investigación sistemática científica social de
un crimen internacional de esta magnitud (la destrucción calculada de un
Estado en marcha y la degradación de sus cimientos culturales y humanos)
sea imposible.
Hay algo atroz en la destrucción a una escala tan monstruosa, algo que
es sencillamente demasiado doloroso para ponerse a discutir sobre los
métodos para calcular el número de inocentes masacrados cuando las
cifras casi inmediatamente nos llevan a cientos de miles de seres
humanos asesinados.
La mente
se cierra, o parece que lo hace. Ésta debe de ser una de las bendiciones
de Dios, pero es una contra la que hay que resistirse. |
Raymond William Baker
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Referencia; “Apoyo al seminario”. Si lo prefieres, puedes hacer una
transferencia a la C/C del Tribunal BRussells
que se indica a continuación: 132-5251479-37 (IBAN: BE35 1325 2514 7937
- BIC: BNAGBEBB) Hemos invitado a académicos iraquíes, que viven tanto en Iraq como en el exilio, a que participen en el seminario, y hemos de financiar sus gastos de transporte y alojamiento en Bélgica. Tu organización puede apoyar su participación mediante una transferencia bancaria de un mínimo de 250 € a la C/C del Tribunal B Russells que se indica a continuación: 132-5251479-37 (IBAN: BE35 1325 2514 7937 - BIC: BNAGBEBB) |
¿TU
ORGANIZACIÓN APOYA ESTE SEMINARIO?
Envíanos
un e-mail:
Nosotros,
nombre de tu organización, apoyamos el
seminario.
describe
brevemente tu organización: máximo cinco palabras.
website
address (URL) de tu organnización. Añade: logo de tu organización (preferiblemente en formato JPG or TIF) |
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COMITÉ CIENTÍFICO
SEMINARIO DE GANTE
RUDDY DOOM, Catedrático de la
Universidad de Gante
PATRICK DEBOOSERE, Catedrático
de la Universidad de Bruselas
SAAD JAWAD, Catedrático y
presidente de la Asociación de Profesores Iraquíes
FRANCOIS HOUTART, ex asesor del
Presidente de la Asamblea general de Naciones Unidas
SOUAD AL-AZZAWI, ex catedrática
de la Universidad de Bagdad
TAREQ ISMAEL, Catedrático de la
Universidad de Calgari
DENIS HALLIDAY, ex Coordinador
Humanitario de Naciones Unidas para Iraq
ZUHAIR AL SHARUK, ex Rector de
la Universidad de Mosul
IMAD JADURI, ex miembro de la
Comisión Iraquí de la Energía Atómica
OMAR K.H.AL-KUBAISSI, Director
del Departamento de Postgrados del Hospital Ibn al-Bitar de Bagdad
JEAN BRICMONT, Catedrático de
la Universidad de Lovaina
CYNTHIA MCKINNEY, ex miembro de
Congreso de Estados Unidos
MOHAMMED AREF, ex asesor de la
Fundación Árabe de Ciencia y Tecnología
HANS-CHRISTOF VON SPONECK,
ex Coordinador
Humanitario de Naciones Unidas para Iraq |
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EN APOYO DEL SEMINARIO DE GANTE SOBRE ACADÉMICOS IRAQUÍES
- El Tribunal BRussells
lidera esta iniciativa de forma muy valiente en un momento en el
que la tendencia general en los medios de comunicación y entre los
políticos es intentar convencer a la sociedad en general de que la
situación en Iraq mejora. Nada puede estar más lejos de la realidad. No
sólo las milicias continúan asesinando a los académicos iraquíes sino
que además el sistema educativo se ha derrumbado y las Universidades
forman parte de los ámbitos de poder que han sido repartidos
sectariamente entre los socios de la ocupación.
- Este seminario es la
continuación del trabajo que la CEOSI, junto con el Tribunal BRussells
y la Red Internacional contra la
Ocupación (IAON) inició en 2006 con el
Seminario Internacional de Madrid sobre el asesinato de
docentes y personal sanitario,
que supuso la primera condena pública de esta
situación. Este seminario concluyó con la Resolución de la Conferencia
de Rectores de las Universidades Españolas
Resolución de la Conferencia de
Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).
Desde entonces hemos
seguido investigando y condenando cada uno de los asesinatos de
académicos iraquíes de los que hemos tenido conocimiento. Ahora, en
Gante, tenemos la oportunidad de trabajar juntos para desarrollar nuevas
acciones y analizar en profundidad la situación actual así como las
soluciones prácticas que se pueden poner en marcha.
-El Seminario de Gante debe
servir para desvelar la verdad sobre la llamada realiazada por el
ministro de Educación superior,
que de forma inmoral e irresponsible ha realizado
A un llamamiento a los académicos iraquíes en el exilio para que
regresen a Iraq cuando el resultado de su regreso es su muerte, como
hemos visto en los dos
últimos ejemplos de asesinatos.
La triste realidad es que los asesinos de los académicos iraquíes disfrutan
aún de una total impunidad y, al mismo tiempo, de acuerdo con nuestra
información, las milicias sectarias ostentan el control de las
Universidades iraquíes. La CEOSI además quiere animar a otras organizaciones a trabajar unidos para salvar la vida de los académicos iraquíes, cuya vida está en grave peligro, así como para apoyar la reconstrucción del sistema educativo iraquí sobre una base no sectaria teniendo en cuenta que: |
ICMES,
The international Council for Middle East Studies
EURAMES,
European Association For Middle Eastern Studies
CEOSI,
Campaña Estatal
contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq
PERDANA GLOBAL PEACE ORGANISATION
IRAQI CONTEMPORARY STUDIES AWARDS
INTAL,
International action for liberation
KLFCW, Kuala Lumpur Foundation to Criminalise War |
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Por todas estas razones apoyamos sin reservas esta iniciativa de
importancia capital para exponer la situación académica real de Iraq. |
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¿Quieres registrarte para asistir al Seminario? ¿Apoyas el
Seminario?
Información práctica del seminario. Por favor lee
esto |
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ON THE WESBITE
PARTITION BY CENSUS
-
statement of The BRussells
Tribunal October 8 2010 |
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