Traducido del francés para IraqSolidaridad por Rocío Anguiano Pérez
Cuando la cadena al-Arabiya anunció que iba a emitir, el viernes 18 de abril, una entrevista “exclusiva” a Tareq Aziz realizada por Ali al-Dabbagh, exportavoz de Nuri al-Maliki, ni mentía ni lanzaba realmente una primicia.
La entrevista se difundió como estaba previsto, y todo el mundo pudo constatar que el ex viceprimer ministro iraquí, condenado a muerte, no presentaba tan mal estado de salud como afirma a menudo su hijo Ziad. El problema es que se trataba de una entrevista de hace dos años y medio…
En un artículo publicado el pasado mes de enero [1], Felicity Arbuthnot, periodista de investigación independiente británica, revelaba que Ali al-Dabbagh había visitado a Tarek Aziz en su celda, acompañado de dos jueces, y se había comprometido a estudiar su caso, pero la promesa no se había cumplido. El ex dirigente iraquí declaró entonces a Badie Aref, su abogado iraquí: “[…] Prefiero que me ejecuten a seguir en esta situación” [2].
La esposa de Tareq Aziz, refugiada en Amán, aseguró que su marido seguía teniendo graves problemas de salud y se sorprendió por la difusión de esta antigua entrevista. Ali al-Dabbagh reconoció que la entrevista databa de finales del 2024 y afirmó que había visitado al prisionero en su calidad de diputado, con la conformidad del Tribunal Supremo, hoy disuelto. [3]
Hay que recordar que, en 2024, Ali al-Dabbagh dimitió como portavoz del gobierno, tras haber sido acusado de corrupción en un caso de un gigantesco contrato de armamento —4,2 mil millones de dólares— con Rusia [4]. Manteniendo su relación con Nuri al-Maliki, se habría instalado en un emirato del Golfo.
Sin duda, no es casualidad que la entrevista a Tareq Aziz —comprada, según dicen, a precio de oro por al-Arabiya— se emitiera justo antes de las elecciones provinciales. Con la esperanza de recuperar terreno en la opinión pública, el Primer Ministro iraquí jugaba a dos bandas. Por una parte, atraía a los baacistas supuestamente moderados a quienes representaría Tarek Aziz y, por otra, movilizaba a los chiíes proiraníes al persiguer a Izzat Ibrahim al-Duri, jefe de la resistencia baacista clandestina, cuya presencia en Dur, su ciudad natal, había sido anunciada el pasado 17 de abril, ‘según una fuente segura’, por sus servicios secretos [5]. El toque de queda y el registro —una a una— de las casas de Dur por parte de las fuerzas especiales del gobierno no dio ningún resultado.