Walid fue declarado inocente y un ‘sospechoso equivocado’ después de haber sido sometido a todo tipo de torturas que le provocaron la pérdida de un ojo y sendas lesiones permanentes en la espalda y en la rodilla.
Al-Taji Prison in Baghdad, known as "The Whale".
Traducido para IraqSolidaridad y Tribunal BRussells por Paloma Valverde
La huelga de hambre de unos 2024 detenidos de entre los 6480 [1] de la prisión de Al Taji — conocida como la ballena y situada en el norte de Bagdad— que se inició el 18 de diciembre de 2024 sigue aún en vigor a pesar de la muerte de al menos dos presos que la realizaban, y del estado de inconsciencia de muchos otros, especialmente los mayores.
Los detenidos en huelga están en su mayoría en campos diseñados para sunníes y en celdas de aislamiento. La huelga empezó como protesta por el trato inhumano, las palizas y la tortura y por el hecho de que los expedientes de muchos de los presos siguen sin presentarse ante el juez después de períodos de encarcelamiento que oscilan entre los tres y los siete años de detención, además de por las humillaciones, los insultos, la discriminación sectaria y la prohibición de visitas de sus familias. No obstante, la gota que colmó el vaso se produjo cuando los detenidos protestaron contra el rechazo del parlamento de aprobar la tan esperada ley de amnistía, y por la cruel agresión de las autoridades de la prisión contra quienes habían protestado.
Algunos detenidos en huelga de hambre confirmaron que 18 presos habían sido secuestrados y que nadie sabe dónde se encuentran, y mantienen que la autoridad de la cárcel es la responsable absoluta de su seguridad.
Rad Dajlaqui, diputado parlamentario, anunció la semana pasada que los detenidos informaron de una huelga de hambre porque sus casos no se llevaban ante el juez tras muchos años de detención y por el hecho de que el gobierno y el ministro de Justicia se negaran a que las organizaciones civiles pudieran visitar a los prisioneros. Además, declaró, la dirección de la cárcel prolonga deliberadamente las detenciones al no presentar sus casos ante el juez con la finalidad de la extorsionarlos y agotarlos [2]. Del mismo modo confirmó que las autoridades tratan a los huelguistas con extrema crueldad y los amenazan con trasladarlos a lugares remotos y aislados.
Las autoridades carcelarias se niegan a trasladar a los huelguistas enfermos a los hospitales, lo que se teme que la huelga se convierta en un tremendo desastre. Los huelguistas insisten en que terminen las torturas que se conocen como ‘aislamientos preventivos’; que lleven a los heridos a los hospitales y les den medicación; y que se haya un cambio del personal sectario a cargo de la prisión, porque para el ministerio de Justicia, el parlamento, la sociedad civil y los medios de comunicación son los responsables de las torturas físicas y psicológicas.
Uno de los presos consiguió enviar una carta desde la prisión a S.K, periodista, que la publicó el 26 de diciembre, carta en la que un detenido describe la situación dentro de la prisión, especialmente lo referido a las celdas de aislamiento y al tratamiento insoportablemente sectario que padecen [3]. En general, los pabellones sunníes, en concreto los números 2, 4 y 7, son los que reciben el peor de los tratamientos posibles.
En la carta se menciona que dentro de la prisión hay celdas secretas y que las palizas sin piedad son una práctica habitual. Además, la carta confirma la naturaleza sectaria del personal de la cárcel, especialmente el de Basem Mohamed Radi, el director, que de hecho es el líder de una banda criminal que extorsiona económicamente y amenaza de forma constante a los presos, según se indica en la carta. Igualmente se menciona en ella las penosísimas condiciones y la sobresaturación de la prisión; la imposibilidad de que los presos reciban visitas de sus familiares, a menos que paguen, y la humillación y las agresiones a las que las familias se enfrentan delante de los prisioneros.
La carta menciona que Baaz Abdula, un prisionero, murió el 10 de octubre de 2024 a consecuencia de las torturas, simplemente porque su nombre no era el debido. Sufría una enfermedad crónica y hasta el día de su muerte estuvo solicitando medicación. La carta confirma también que los detenidos pasan muchos años sin que se instruya ningún procedimiento judicial.
Walid Abú al-Abas, un ex preso, nos indicó que personalmente conoce muchos casos como el anterior. Por ejemplo, el de Hadj Majyub Jamad Jasan, de 86 años, es otro caso similar. Es el líder de una de las mayores tribus de Iraq, Al-Falahat. Lleva en la cárcel seis años a pesar de que hay una sentencia que lo declara inocente. Lo que hace la agonía de este anciano más insoportable es que su casa está a 200 metros de la cárcel de Al-Taji. Otro prisionero, Q.A, de 55 años de edad, lleva siete años en la cárcel sin que ningún juez haya visto su caso ni se haya celebrado un juicio. Otro caso más es el de Q.S.K, de 60 años de edad, que también lleva seis años en la cárcel sin ninguna acusación contra él, y los ejemplos no tienen fin.
El propio Walid pasó seis años y un mes entrando y saliendo de todas las grandes cárceles estadounidenses en Iraq: Abú Ghraib, Campo Cropper (Aeropuerto de Bagdad), Campo Bucca, en Basora y, finalmente, la prisión de al-Taji entre otras cárceles iraquíes. Walid afirma que al-Taji es la cárcel más ejemplar en lo que a castigos se refiere.
Walid fue declarado inocente y un ‘sospechoso equivocado’ después de haber sido sometido a todo tipo de torturas que le provocaron la pérdida de un ojo y sendas lesiones permanentes en la espalda y en la rodilla. Los estadounidenses lo acusaron de haber planeado un ataque contra las fuerzas de la coalición. Él fue uno de los detenidos que testificó ante el comité estadounidense que investigó el escándalo de Abú Ghraib. [4]
Sin embargo, Walid fue nuevamente detenido una vez por las autoridades iraquíes y otra no por tener alguna acusación contra él, sino porque “[…] había pasado muchos años en cárceles estadounidenses en Iraq”. Las autoridades iraquíes querían información sobre otros prisioneros que habían sido puestos en libertad, como Walid; querían saber los nombres y las direcciones de esos detenidos para volverlos a encarcelar una vez que habían salido de las cárceles estadounidenses en Iraq. Esta segunda vez, Walid fue detenido junto a su hermano; su madre también fue detenida cuatro horas más tarde, golpeada y humillada. Su padre lleva desaparecido cinco años.
Walid fue torturado y golpeado; recibió descargas eléctricas y amenazas de violar a su madre y a sus dos hermanas menores y estuvo en aislamiento durante 24 días. Ahora tiene 30 años, pero cuando los estadounidenses lo detuvieron por primera vez, en octubre de 2024, tenía apenas veinte y trabajaba en una imprenta en la calle Mutanabbi [5]. Cuando los estadounidenses lo entregaron a las autoridades iraquíes le dijeron que le iban a llevar a un sitio en el que volver a las cárceles estadounidenses de Iraq le parecería un sueño.
Walid describe el complejo de al-Taji (que antaño eran un conjunto de hangares) como enormes espacios cada uno de ellos entre los 100 y los 120 metros de largo por unos 30 o 40 metros de ancho. Por este motivo se la conoce como la prisión ballena. Estos hangares fueron reconvertidos a prisión por los estadounidenses [6]. Cada antiguo hangar contiene 24 unidades y cada unidad aloja a 20 presos. Hay 250 celdas de aislamiento, que sirven para castigar el ‘mal’ comportamiento pero en realidad sirven para encarcelara a cualquier que proteste contra el maltrato que padecen los detenidos dentro de la prisión. Walid estuvo en una celda de aislamiento —antes de que la prisión fuera entregada a las autoridades iraquíes en marzo de 2024— porque intentó evitar que un soldado estadounidense empujara a un preso anciano que no podía ir tan deprisa como deseaba el soldado.
Walid describe la celda de aislamiento como una jaula de sólidos muros de hierro y de un tamaño de 1,5 x 2 metros con un techo hecho con una chapa de hierro. En la puerta hay dos ranuras en las que el guarda puede encadenar las manos y los pies del detenido y una ventana de vidrio grueso de apenas unos centímetros cuadrados para vigilarlos. No hay aseo y los presos tienen que hacer sus necesidades dentro de la celda. Sin embargo, se les obliga a una ducha de agua fría todas las noches, la cual dura un minuto y no pueden quitarse la ropa. El guarda abre el grifo de agua fría, les echa jabón, vuelve a abrir el grifo de agua fría y saca al prisionero de la ducha. Los prisioneros pasan tiempo fuera para disfrutar del sol y del aire fresco sólo en las horas que median entre el anochecer y el amanecer.
Notas de la autora y de IraqSolidaridad:
1. Esta cifra es la oficial dada por el Ministro de Justicia cuando recibió la prisión de manos de las autoridades estadounidenses de la ocupación el 18 de marzo de 2024. Actualmente no hay cifras del número de detenidos que hay en la cárcel, pero se sospecha que el número sea mucho mayor.
2. Muchas familias que han contactado con miembros del Tribunal BRussells confirman que en las cárceles del gobierno iraquí se mantiene indefinidamente a los detenidos simplemente para sacarlos de las calles, y que no hay ningún interés en liberar a ninguno de ellos.
3. Las autoridades de la ocupación iniciaron el sistema de encarcelar a los prisioneros que suponían pertenecían a diferentes grupos sectarios en celdas separadas y las autoridades iraquíes, hasta el momento, continúan con esta misma práctica.
5. Una de las calles más antiguas de Bagdad, conocida por sus librerías, imprentas y cafés de intelectuales. Véase en IraqSolidaridad Ali Al-Saray, “La histórica calle de los libreros arrasada por Buldóceres”, 25 de septiembre de 2024.